Las preguntas que nos hacen las pacientes en la consulta van variando a lo largo del embarazo: al principio se centran más en alimentación, estilo de vida o normalidad de ciertos síntomas, pero a medida que se va acercando el gran día surge la pregunta del millón: cuándo ir al hospital. ¿Siempre debe cumplirse aquella norma de “contracciones cada cinco minutos durante dos horas”? Hoy os hablaré de este tema.

Las primeras contracciones, llamadas “pródromos de parto”, generalmente son espaciadas, poco intensas y poco o nada dolorosas. Aunque no lo parezca, éstas también hacen algo: van reblandeciendo y borrando el cuello del útero y van produciendo los primeros centímetros de dilatación hasta llegar a la fase activa del parto. Esto, como ya os hemos contado alguna vez y como explicamos en nuestros cursos, puede durar días, o incluso semanas… cada parto es un mundo. ¡No os desesperéis, todo llega!

A la pregunta sobre cuándo ir al hospital, mi respuesta suele ser “cuando sientas que así debe ser” o “cuando ya no te sientas segura en casa”. Los humanos somos mamíferos, y como tal tenemos nuestro propio instinto. Independientemente de relojes, cronómetros y aplicaciones del móvil que cuentan contracciones, en el fondo toda mujer sabe cuándo ha llegado el momento de coger la bolsa e irse al hospital. También puede ser que llegue allí y, por no estar en fase activa del parto, la envíen a casa… son cosas que pueden ocurrir, no hay que frustrarse en las Urgencias Obstétricas es el pan de cada día y nadie hace el ridículo ni la van a llamar pesada. ¡Para eso estamos! Hay mujeres que pueden ir y venir tres veces.

Pero, además de deciros que confiéis en vuestro instinto, voy a daros una serie de pistas que os puedan ayudar a decidir cuándo ha llegado ese momento de cruzar la puerta.:

  • Más que las horas o los minutos, lo que más marca el momento es la intensidad del dolor. Cuando las contracciones van en serio, podemos decir que cada una duele más que la anterior. La barriga se pone dura como una piedra, y la cabeza del bebé presiona sobre la vejiga. Cada nueva contracción es una sorpresa y a más de una se le escapa algún improperio. Si se tiene una dolorosa y tres menos intensas y más cortas, es probable que aún falte un rato.
  • Cuando una parece un cohete de la NASA y no para de moverse, puede ser que aquello vaya en serio. Las contracciones que se toleran bien en el sofá mientras se ve una película tienen más aspecto de pródromos. Las contracciones de la fase activa del parto, a no ser que se lleven muchas horas de trabajo de parto, suelen pedir estar de pie, movilizar la pelvis… cualquier cosa menos estar tumbada en una cama.
  • Con una contracción de verdad no se puede hablar. Hay que dejar lo que se está haciendo para concentrarse en respirar bien hondo. En general no se está para muchas historias.
  • Hay que tener en cuenta es qué tipo de parto se desea o se espera. Si se tiene idea de tener un parto sin intervenciones ni anestesia, no tiene sentido ingresar con un centímetro de dilatación y diez-doce horas de parto por delante. No es necesario llegar a nueve centímetros al hospital, pero sí con la fase activa bien establecida. En cambio, si se quiere anestesia lo antes posible y no sentir demasiado dolor, quizás no es necesario apurar tanto en casa (pero sí ingresar estando de parto).
  • También hay que calcular cuánto se tarda en llegar al hospital. No es lo mismo vivir en la esquina que tener que entrar en una capital de provincia en coche en plena hora punta. Y no es lo mismo tener coche propio que depender de terceros o tener que esperar un taxi.
  • En general un primer parto es más lento y con un aumento más progresivo de la intensidad del dolor. En cambio, segundos o terceros partos pueden acelerarse más o empezar de forma más brusca, no tan en línea recta.

Paralelamente, para tolerar las primeras contracciones en casa la mujer debe sentirse segura, y para ello necesita una serie de cosas. Hablo por norma general, ya que cada mujer tiene sus propias necesidades. Siempre nombro a Lidia, que se fue a Ikea en plenos pródromos a tres centímetros y parió esa misma noche fantásticamente.

  • Estar acompañada, pero respetando su necesidad de compañía o soledad según cómo se sienta. Lo ideal es que estén ella y su pareja o acompañante, pero no mucha gente más. Sentirse observada no ayuda. Hay mujeres que necesitan caricias o masajes, pero otras se encierran en el baño y no quieren ver a nadie.
  • Estar en un lugar cómodo y seguro. El propio hogar es mucho mejor que estar en casa de otra persona o en un lugar público.
  • Evitar distracciones: teléfono, ruidos estridentes…
  • Sentirse libre para hacer lo que necesite en cada momento: escuchar música, darse un baño, apagar luces, dormir a ratos, vestirse de forma cómoda, desnudarse si tiene calor…
  • Tener la sensación de que todo está controlado: coche cerca, bolsa preparada, abuelos o canguros disponibles si se tienen hijos mayores… y, sobre todo, que su pareja o acompañante mantenga la calma.
  • No sentir miedo. Hay mujeres que pueden no sentirse seguras por miedo a parir por el camino, o porque tienen pánico al dolor, o sufren por si va a pasar algo. Quien se sienta así debe ir al hospital aunque luego la manden a casa de nuevo. El miedo bloquea y no ayuda para nada. Y la vecina explicando que su amiga parió en la ambulancia tampoco colabora demasiado.

Cumplir todo esto no siempre es fácil, y por ello algunas mujeres necesitan ingresar en el hospital antes de la fase activa del parto. Lo que se suele hacer es darles una habitación de planta y ya bajarán a Sala de Partos cuando el proceso termine de arrancar. Estar en la Sala de Partos sin estar de parto solo conlleva más probabilidad de intervenciones, no siempre necesarias. Es decir, si no se está en fase activa del parto, o a casa o a una habitación de planta, porque si no se tiene la sensación de que aquello se eterniza y empiezan los desesperos.

No todos los partos empiezan con contracciones. Una situación muy típica es que se rompa la bolsa y se pierda líquido. Algunas mujeres se pondrán de parto después de romper aguas, pero otras no, y acabarán necesitando inducir el parto pasadas unas horas. Aquí el tema de ir al hospital o quedarse unas horas en casa es controvertido. Sí que hay que ir tempranamente al hospital en caso de que las aguas no sean claras, si el cultivo del estreptococo ha salido positivo o si hay algún factor de riesgo o patología del embarazo. En el resto de situaciones no es necesario ir volando, y el margen de maniobra depende de la tranquilidad de cada una y de lo que se haya acordado previamente con el obstetra o la matrona. En caso de sangrado sí que hay que ir al hospital en seguida.

En el fondo, ponerse de parto es un tema intrigante y emocionante, con mucho factor sorpresa. En las mismas condiciones no hay dos mujeres iguales. Podría explicar mil historias, cada una con sus curiosidades. Y en resumen, respondiendo a la pregunta sobre cuándo ir al hospital: cuando sientas que lo necesitas.