Hace pocos meses (concretamente en febrero) se publicó la nueva guía de la OMS con recomendaciones para una experiencia positiva en el nacimiento. Atención: EXPERIENCIA POSITIVA. El “ha ido todo bien” o “lo importante es que la madre y el bebé están bien”, a las puertas de 2020, ha dejado de ser válido. La nueva guía equipara una asistencia médica de calidad con la vivencia de la mujer y de su acompañante, dando a ambos el mismo peso, siempre de acuerdo con la evidencia científica. La Obstetricia no consiste simplemente en entregar un recién nacido sano a unos padres: cuidar y acompañar es sumamente importante.

La nueva guía habla de la necesidad de un trato respetuoso, preservando la intimidad, con una comunicación fluida y efectiva, y permitiendo que la mujer esté acompañada en todo momento por su pareja u otra persona de confianza que ella elija. En el comento del parto la comunicación es esencial: cuando una mujer explica una experiencia negativa en un parto, a menudo una de las quejas que expone es la falta de comunicación, de explicaciones o de empatía. El mismo desenlace, con o sin las explicaciones pertinentes, se acepta de forma diferente. Si hace falta algún tipo de intervención es necesario explicar por qué, y tomar las decisiones de forma conjunta. Y es que los protagonistas del nacimiento, pero también de todo el proceso de embarazo y posparto, son la mujer, su bebé y su acompañante, y han de tener una participación activa en todo momento, siendo sus expectativas y necesidades escuchadas.

Por otro lado, este año el lema de la Semana Mundial del Parto Respetado ha sido “menos intervención, más cuidados”. Y aquí también hace hincapié la guía de la OMS. Los avances médicos en Obstetricia tienen el objetivo de disminuir las complicaciones en los partos, pero en ocasiones nos pasamos y generamos el efecto contrario. El nacimiento es algo fisiológico, es decir, NORMAL. Que puede salirse de la normalidad, es cierto, y hay que saber oler las complicaciones para poder actuar rápidamente… pero no por ello hay que descuidar lo que ocurre en la mayoría de los nacimientos: normalidad. Ante la normalidad, no es necesario hacer nada para acelerar el proceso: ni romper la bolsa, ni administrar oxitocina para aumentar las contracciones, ni utilizar un fórceps. Las intervenciones no están exentas de riesgos, y solo están justificadas en caso de necesidad. Y, si no “hacemos” nada, ¿qué hacemos? Lo más importante: acompañar, cuidar, estar allí, convirtiendo ese nacimiento, sea como sea, en una experiencia positiva.

Para saber que estamos ante un proceso normal no hay nada más importante que conocer esta normalidad, esta fisiología. Y las definiciones y los timings van cambiando a medida que se realizan nuevos estudios y se publican nuevas guías, y por ello es importante que los profesionales estemos al día. Uno de los conceptos que más ha cambiado es el de la fase activa del parto, aquella en la que ya nada ni nadie puede parar el motor, cuando no hay vuelta atrás, las contracciones son dolorosas y regulares y la dilatación del cuello del útero es de cinco centímetros o más. Antes de la fase activa existe la fase latente, en la que hay contracciones más o menos regulares, algo de dilatación, pero que aún se puede ralentizar o parar del todo hasta el día siguiente. Así como la fase activa no suele prolongarse más de doce horas, la duración de la fase latente es muy variable de una mujer a la otra, por lo que no se recomienda intervenir para acelerarla si la madre y el bebé están bien. Está demostrado que la evolución en una fase y en la otra son totalmente distintas, y que el ingreso en Sala de Partos en fase activa disminuye la necesidad de intervenciones. La fase latente puede hacerse larga y pesada, incluso agotadora, porque las hay que pueden durar días, y por ello también es importante informar bien a las mujeres de la normalidad del proceso y acompañarlas y cuidarlas en esta etapa. No es necesario enviar a casa a una mujer con 3-4 centímetros de dilatación y contracciones no del todo regulares, si lo necesita puede quedarse ingresada y recibir los cuidados que necesite, pero sin acelerar nada.

Además de la definición de cada fase, la evolución de ambas también va cambiando. Ahora ya no es necesario dilatar un centímetro por hora para tener una evolución correcta y exenta de complicaciones. No hay una definición puramente matemática de la duración de la fase activa, pero se recomienda abandonar la norma de 1 centímetro por hora y evaluar cada caso de forma individualizada cuando se sospeche una evolución excesivamente lenta, teniendo en cuenta otros factores más allá del tiempo.

Paralelamente, la guía de la OMS hace otras recomendaciones que desde Mater Training hemos defendido siempre, y que explicamos en nuestros cursos: libertad de movimiento, adopción de la postura que a la mujer le resulte más cómoda, analgesia epidural o no según las preferencias de la madre, pujo según necesidad de la mujer y en la postura que elija (la analgesia epidural no es sinónimo de estar inmóvil en una cama y dar a luz en posición ginecológica), episiotomía solo en caso de necesidad y no de rutina, protección del periné, pinzamiento tardío del cordón, o piel con piel inmediato e inicio precoz de la lactancia.

En resumen, el concepto de parto ideal ya no es que sea rápido e indoloro, sino que sea respetado, centrado en la madre y el bebé y el padre u otro acompañante, y que además de “ir todo bien” sea una experiencia positiva para todos. En la mayoría de partos no es necesario “hacer” nada, y eso es lo que a veces resulta más difícil. Los partos necesitan tiempo, paciencia y acompañamiento, y pequeños detalles pueden marcar la diferencia. El apoyo emocional es una de las bases del nacimiento, e independientemente del resultado final marcará la vivencia que se lleve esa familia en la mochila.