Casi todas las embarazadas, en algún momento u otro, notan algún tipo de dolor en la zona del abdomen. Y es que el hecho de que crezca el útero y que se estire la piel y la musculatura del abdomen puede doler. Una embarazada puede tener apendicitis, gastroenteritis, dolor de estómago, etcétera, pero la gran mayoría de los dolores abdominales son atribuibles al embarazo.

¿Por qué duele la barriga?

El útero no está suelto por la pelvis, sino que lo sujetan los ligamentos redondos. Éstos son unos cordones musculares que durante el embarazo se vuelven más elásticos gracias a la acción de hormonas como la relaxina y la progesterona. De este modo, cuando el útero crece y sale de la pelvis, estira los ligamentos redondos, y esto puede doler, dando lugar a lo que los obstetras llamamos el Síndrome del ligamento redondo. La intensidad de este dolor es muy variable, y puede ser motivo de consulta en Urgencias. Suele describirse como una sensación de rampa o tensión a ambos lados del abdomen, por encima de las ingles. La mujer, cuando nos lo explica, suele colocarse las manos en forma de V sobre la parte baja del abdomen. Puede empeorar con los movimientos bruscos (por ejemplo al levantarse de golpe) o andando, y mejora con el reposo y con el calor.

Por otro lado tenemos las contracciones de Braxton Hicks, que pueden ser molestas pero no duelen, y no producen dilatación del cuello del útero. Las fibras musculares del útero se encuentran distendidas por su crecimiento, y como reflejo se contraen y seguidamente se relajan. La mujer nota que se le pone la barriga dura durante unos segundos, y con el descanso todo para. Se trata, pues, de contracciones no dolorosas, irregulares, de corta duración, que ceden con el reposo, a diferencia de las de parto, que son regulares, dolorosas y duran aproximadamente un minuto, y que sí que producen cambios en el cuello.

Además, la musculatura del abdomen se estira, y los músculos rectos abdominales (los de la tableta de chocolate) se separan, y esto puede resultar molesto. El ombligo se hace mas grande, pudiendo aparecer incluso hernias. Cuando la mujer nos explica que nota la barriga dura de forma constante desde hace horas es mucho más probable que esté notando tensión a nivel de la musculatura o que se le estén estirando los ligamentos redondos que no que esté teniendo una contracción tan larga. Un truco para diferenciarlo: durante una contracción no podemos hundir el dedo en el abdomen, porque toda la barriga está dura.

Algunas mujeres incluso notan presión o molestias con los movimientos del bebé, sobre todo al final del embarazo, cuando una personita de unos tres quilos de peso se mueve y se estira en su interior. Nos explican, por ejemplo, que solo una parte de la barriga se pone dura, probablemente por la presencia de alguna parte del feto. Además, el crecimiento del útero puede comprimir nervios o vasos sanguíneos de la zona de las ingles, produciendo rampas o hinchazón a este nivel o incluso dolor en los genitales.

¿Cuándo se notan todos estos síntomas?

La verdad es que puede aparecer dolor en la parte baja del abdomen en cualquier momento del embarazo. No obstante, lo más típico es que los ligamentos redondos se estiren a mediados del segundo trimestre, cuando el útero sale de la pelvis y los intenta estirar como si fuesen un chicle. En cambio, las contracciones de Braxton Hicks aparecen generalmente al final del segundo trimestre o a principios del tercero, aunque pueden hacerlo antes, sobre todo en mujeres muy delgadas. El dolor por estiramiento de la musculatura abdominal es más típico del final del embarazo.

¿Qué podemos hacer para mejorar estas molestias?

Como en muchas áreas de la Medicina, pero más en un proceso fisiológico como es el embarazo, lo más importante es la prevención. Realizar ejercicio de forma regular ayuda a mantener la musculatura elástica. Es cierto que en los cursos de preparación al parto se explican estiramientos, pero los presenciales suelen iniciarse sobre el séptimo mes, cuando los ligamentos redondos ya se han estirado. Practicar yoga, pilates o acudir a sesiones de gimnasia para embarazadas desde el inicio del embarazo puede ser útil para minimizar molestias futuras, y a su vez sirven para aprender los estiramientos pertinentes. En nuestros cursos online también encontraréis ejercicios para practicar diariamente desde casa.

Estar demasiado rato de pie o sentada en la misma postura puede incrementar las molestias. Recomendamos cambios posturales frecuentes, sentarse bien, con la espalda recta y los hombros relajados. Es muy típico que las mujeres nos digan que cuando caminan se han de parar porque les duele la barriga. Esto es algo que no es grave, pero sí molesto, y lleva a muchas embarazadas a restringir su actividad. El reposo, aunque pueda parecer lo contrario, no aporta demasiados beneficios. Sí que es recomendable no coger pesos excesivos si hay molestias, pero pocas veces recomendaremos reposo. Lo que sí que puede ayudar es una faja de subjeción abdominal elástica (como si fuese un cinturón), que actuará como si la embarazada se fuese aguantando la barriga mientras camina.

En ocasiones podemos prescribir analgésicos, pero esto es como poner un parche: tratamos el dolor, pero no su causa. Un tratamiento muy útil y económico es la aplicación de calor, ya sea seco (esterilla, bolsa de agua caliente…) o húmedo en forma de baño caliente. Porque contrariamente a lo que piensa mucha gente, en la barriga se puede aplicar calor sin perjudicar al bebé.

Si todo esto no funciona, se puede recurrir a técnicas de fisioterapia y/o osteopatía, o incluso a la acupuntura. Nada es mágico, y cada mujer es un mundo.

¿Cuándo alarmarse?

En general, cuando algo haga que la mujer esté intranquila hay que consultar. Habrá más falsas alarmas que situaciones graves, pero para eso estamos los profesionales, para diagnosticar y descartar. Más vale pecar de prudente.

 

El dolor de abdomen puede asustar, porque mentalmente se asocia a estar de parto. Cualquier dolor que no sea una simple rampa, una molestia simétrica a ambos lados de la barriga, y que no mejore descansando y con calor es un motivo de consulta. Si ya se tenían molestias, pero éstas cambian o se hacen más intensas, o se acompañan de síntomas como fiebre o escozor al orinar, la visita es más que merecida. Los profesionales, hablando con la mujer, a menudo nos podemos hacer una idea de lo que le está ocurriendo, pero para corroborarlo necesitaremos una exploración y, a menudo, una ecografía. Medir el cuello del útero por ecografía es útil para descartar el riesgo de que se adelante el parto. Así pues, el teléfono, el correo electrónico o Whatsapp no son vías para valorar las molestias abdominales de una embarazada.

En resumen, las molestias más o menos intensas en la barriga son muy frecuentes durante el embarazo por las modificaciones anatómicas que ocasiona el mismo. El ejercicio, los estiramientos y el calor producen mejoría en la mayoría de los casos, y cuando esto no es suficiente deberá consultarse con el médico y valorar recurrir a otras estrategias.