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Frases como “me duele la zona del pubis ,“ me duelen las ingles”, “tengo dolor en la cadera” o “me duele la zona lumbar” son muy comunes entre las embarazadas. Todas ellas engloban lo que médicamente se conoce como DOLOR PÉLVICO.

El dolor en la pelvis es un síntoma frecuente del embarazo. Puede ser punzante o continuo, y puede aparecer al principio del embarazo o en fases más avanzadas. Puede localizarse en la zona de las ingles, en la parte baja del abdomen o incluso en la espalda, y suele desaparecer tras el parto, pero en algunos casos puede prolongarse hasta un año después. No debes preocuparte pensando que pueda complicar el embarazo, pero si es muy molesto deberás pedir ayuda a un profesional.

Tal y como explicamos ampliamente en las clases de anatomía de nuestro curso online de preparación al parto, la pelvis está formada básicamente por dos grandes huesos, que se unen entre ellos por delante a través de la sínfisis púbica, y por detrás gracias al hueso sacro.

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La forma más común en la que se presenta este tipo de dolor recibe del nombre de “disfunción de la sínfisis púbica”, que ocurre en alrededor del 4% de las embarazadas. En esta entidad el dolor se origina cuando se palpa el pubis, justo en la sínfisis (la articulación donde se unen los dos grandes huesos en su parte anterior gracias a unos ligamentos muy fuertes). Los síntomas más comunes son dolor en el pubis y en las ingles, pero éste también puede irradiarse a la parte interna de los muslos o a la espalda. Suele aparecer en el tercer trimestre, y típicamente se prolonga algún mes tras el parto. Puede consistir en una simple molestia o ser tan invalidante que te impida caminar.

La causa del dolor pélvico suele ser el propio embarazo. Principalmente, se debe a dos factores: por un lado, a una hormona llamada relaxina que tiene el fin de relajar las articulaciones para facilitar el futuro parto. Y, por otro lado, a los factores mecánicos del embarazo, es decir, al propio peso y presión que ejercen el bebé y el útero sobre los huesos de la pelvis.

El dolor se produce por el exceso de movilidad de los huesos, pero no se sabe con exactitud por qué a unas mujeres les duele y a otras no. Lo que sí sabemos es que si al propio embarazo le añadimos una serie de factores de riesgo la probabilidad de dolor aumentará. Así, si aumentas mucho de peso, tienes un problema previo de la zona lumbar, cargas mucho peso, no ha pasado más de un año tras el anterior embarazo, o realizas ejercicio de impacto, tendrás más números de sumarte al grupo de embarazadas que lo sufren.

Algunos consejos para aliviar el dolor pélvico son:

– Utilizar un cinturón pélvico o faja que ayude a estabilizar la cadera.

– Realizar ejercicios dirigidos a mejorar la estabilidad de la pelvis y la espalda, y que en nuestra clase  de “Ejercicios para un embarazo saludable” explicamos en detalle.

– Hacer un poco de reposo

– Aplicar calor local (esterilla eléctrica o bolsa de agua caliente por ejemplo)

No coger peso.

Evitar estar mucho tiempo en la misma posición, ya sea de pie o sentada.

– Si tienes que estar sentada por temas laborales, hazlo apoyando la espalda recta sobre el respaldo y no cruces las piernas. Y si tienes que pasar mucho tiempo de pie, es aconsejable apoyar un pie y el otro alternativamente sobre un objeto alzado.

Si con estas medidas básicas el dolor no mejora, es importante consultar con tu médico, el cual te puede prescribir algún analgésico y te recomendará realizar fisioterapia. Ésta, realizada correctamente y de forma rutinaria, ha demostrado mejorar mucho este tipo de dolor, ayudando a movilizar adecuadamente las articulaciones y reforzando la musculatura pélvica. Y aunque con menos evidencia científica, pero no por ello menos eficaces, yo también recomiendo a mis pacientes terapias alternativas como la acupuntura o la reflexología podal.

Y recuerda que algo fundamental durante el embarazo es cuidarse. Realizar ejercicio físico, hacer una dieta saludable y dedicar un tiempo a descansar te ayudará a vivir esta maravillosa etapa de una forma mucho más llevadera.

 

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