El pasado mes de noviembre tuve el placer de ir a Venecia a un congreso internacional sobre asistencia al parto, en el cual además junto con otras compañeras presentamos un total de tres posters. Confieso que, a pesar de estar el programa bien apretadito, disfruté como una enana. Y, si tengo que elegir una palabra para resumir el congreso entero, ésta es TIEMPO. Sí, tiempo, del latín tempus, lo que duran las cosas, la magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos.

Un parto puede ser más largo de lo que nos pensamos sin dejar de ser algo normal. Hace años se definieron unas fases del parto con sus correspondientes duraciones, y todo lo que se saliese de allí hacía necesario intervenir, ya fuese acelerando el parto con oxitocina, utilizando algún instrumento como el fórceps o la ventosa o practicando una cesárea, según la situación. A día de hoy, tras múltiples estudios científicos sobre el tema, las nuevas guías clínicas dejan un poco más de margen. En definitiva se ha visto que en ocasiones, simplemente esperando un poco más, se consiguen más partos normales sin ver más complicaciones.

Antes de entrar en el trabajo de parto activo existe una fase latente en la que las contracciones pueden ir y venir, sin ser del todo regulares, y los cambios en el cuello del útero pueden ser lentos. Esta fase tiene una duración muy variable, y puede ser larga, hasta 30 horas, de modo que puede hacerse pesada, con idas y venidas al hospital, falta de sueño… aquí la paciencia es fundamental, junto con un apoyo adecuado a la mujer y, como no, una buena información previa durante el embarazo.

En definitiva se ha visto que en ocasiones, simplemente esperando un poco más, se consiguen más partos normales sin ver más complicaciones.

Con estas horas en la mochila empieza la fase activa del parto, con una primera fase hasta que se dilata del todo y una segunda en la que el bebé desciende por el canal del parto y nace (también conocida como periodo expulsivo). Su duración también es muy variable, y también puede ser larga, sobre todo en primeros partos. Mientras haya progresión y se compruebe que tanto la madre como y el bebé están bien, no hay que “hacer” nada más que acompañar y dar apoyo, que no es poco.

Pero el tiempo tenemos que darlo todos: los profesionales y las mujeres y sus acompañantes (el que está con ella y los de la sala de espera). Las guías clínicas respaldan a los profesionales para dar el tiempo suficiente a los bebés para nacer de forma normal, y la organización de los centros hospitalarios (guardias, turnos…) debe adaptarse a ellas. Pero cuando una mujer lleva una o dos noches sin descansar y muchas horas de trabajo de parto y escucha la frase “esperamos una hora más” no siempre le sienta del todo bien. Sí, es cierto, parece muy fácil esperar una hora más cuando no te duele nada, estás descansada y vas haciendo otras cosas durante la guardia… y quizás esperando no conseguiremos el resultado esperado y terminemos realizando una cesárea, pero si la madre y el bebé se encuentran puede merecer la pena intentarlo. Y digo “puede merecer” porque también hay que tener en cuenta el contexto individual de cada madre y qué vivencia va elaborar después de todo esto.

En ocasiones la madre está tranquila y cómoda, con el apoyo necesario, pero a su pareja o los familiares de la sala de espera les pueden los nervios y la intensidad del momento, generándose momentos de tensión. “Como pase algo…”.  Para que todo el mundo se sienta seguro el diálogo y la confianza son sumamente importantes. La pareja u otro acompañante presente puede salir un rato a tomar un café o dar un paseo para coger fuerzas, y los de la sala de espera, que quizás no tendrían ni que estar allí, poniéndose nerviosos no ayudan a nadie.

En resumen, en el parto el tiempo es un ingrediente imprescindible, siempre acompañado de unos cuidados óptimos y del apoyo necesario. Un parto no es como la zona azul, en la que el tiempo de aparcamiento se agota. No suena ningún silbato de fin del partido, y las prisas no suelen traer nada más que más complicaciones. Así pues, disfrutad del momento, aunque no sea aquella horita corta que muchos desean.