LAURAComo comentaba la Dra. Sonia Sánchez en su artículo del lunes, la vuelta al trabajo sigue siendo un motivo para que muchas mujeres decidan interrumpir la lactancia materna. Yo incluso me he encontrado pacientes que se planteaban ya no iniciarla porque tenían que incorporarse pronto al trabajo. Pero trabajo y lactancia materna son dos conceptos compatibles en la mayoría de casos, aunque mucha gente piense lo contrario. Así pues, el lema de esta Semana Mundial de la Lactancia Materna, “Amamantar y Trabajar”, nos parece más que acertado. De hecho en nuestro curso “Disfrutando de la Lactancia Materna” dedicamos una clase a la extracción y conservación de la leche materna.

Pues bien, aunque ya hayan pasado unos añitos desde que devolví el sacaleches que me habían prestado (precisamente con mi segundo hijo me lo dejó Carolina, miembro de nuestro equipo), hoy os contaré mis experiencias amamantando y trabajando.

2008

Después de tener a mi hija mayor, el inicio de la lactancia materna fue absolutamente fácil, un regalo. Ni grietas, ni dolor, ni cólicos, ni problemas de peso… nada. Eso sí, era un bebé de alta demanda con todas las de la ley, pero yo no tenía nada más que hacer que estar por ella y tuve un posparto estupendo. Cuando tenía un par de meses me empecé a plantear que algún día no muy lejano me tocaría volver a trabajar, y a ver qué iba a comer la niña. Yo era residente en formación y no podía no volver, y mis compañeras que habían sido madres no habían ido con el sacaleches a cuestas más de tres días seguidos.

Fue Marisa, nuestra enfermera de pediatría, quien me puso un plan de acción sobre la mesa. Me planteó la extracción y congelación de leche materna como lo más normal del mundo, y lo mejor para las dos, así que siguiendo sus consejos empecé a hacerme amiga de mi sacaleches eléctrico para ir creando un poco de despensa.

LAIA JUNY 2008 198Confieso que las primeras veces que una se extrae leche son un poco frustrantes. No es algo demasiado agradable (tampoco duele), te sientes un poco vaca lechera y encima al principio salen cuatro gotas de leche. Pero la motivación de darle a tu bebé el mejor alimento puede con eso y más. Yo lo que hacía era extraerme leche del pecho que no le había dado a la niña justo después de la toma, y así aprovechaba el reflejo de eyección que me había creado con la toma. Pero claro, eso no es posible hacerlo cada vez, porque también se sale de casa, o se queda una dormida con el bebé… así que es mejor empezar pronto e ir haciendo una extracción o dos al día, sin agobios ni presiones. Y así llegó el día en que me fui a la primera guardia, con cinco litros de leche materna en el congelador (y un congelador extra en casa).

En el trabajo me lo montaba para extraerme leche a la que tenía un momento, como decía la Dra Sánchez para mantener la producción, descargar el pecho, y garantizarle el desayuno a mi niña para el día siguiente. No siempre era fácil encontrar el momento, y me perdía muchos cafés “en sociedad”, pero más o menos iba haciendo. En las guardias de 24 horas mi marido me traía a la niña y aprovechábamos para hacer una toma o dos. Y cuando llegaba de trabajar… me deboraba. Así estuvimos desde los cuatro hasta los seis meses, momento en que decidí que ya no aguantaba más ese ritmo, la niña empezó a comer otras cosas y le dábamos algún biberón de leche de fórmula. Por las noches, y cuando estábamos juntas, seguíamos con el pecho. Y así hasta los 18 meses, cuando le planteé que era grande y si quería podía beber leche fresquita de la nevera, y le pareció bien.

2011

Con mi hijo, a pesar de ser el segundo,  el inicio de la lactancia no fue tan fácil. Un frenillo lingual corto nos complicó un poco la existencia, pero a la que lo descubrimos y se lo cortaron la cosa mejoró. El final de la baja maternal me coincidió con las vacaciones de verano, de modo que por un lado volví un poco más tarde a trabajar (cinco meses), pero el hecho de estar fuera de casa no hizo factible extraerme tal cantidad de leche como con su hermana. Además el hecho de tener dos niños no deja tanto espacio para conectar el sacaleches.

DSC_0149Así pues, fuimos introduciendo la alimentación complementaria poco a poco, y el resto de tomas en las que yo no estaba le daban biberón con leche de fórmula. Yo no me veía otra vez sacándome leche en el trabajo y nevera arriba-nevera abajo, así que lo que hice fue acostumbrar paulatinamente a mi pecho a producir para menos tomas, y sólo me lo vacié manualmente en contadas ocasiones cuando lo tenía muy cargado, pero sin almacenar leche. Y eso sí, en las guardias de 24 horas tenía visita de toda la familia. Y, con todo esto, la lactancia con él duró hasta casi los dos años.

Lo más problemático con mi hijo una vez volví a trabajar fueron las noches. Sobre los cuatro meses pasó de dormir prácticamente toda la noche a incrementar progresivamente su demanda, hasta el punto de necesitar dormir con el pezón en la boca. Si a eso le añadimos guardias, partos en medio de la noche, y trabajar a jornada completa, os podéis imaginar que yo me encontraba físicamente muy mal. Estaba absolutamente agotada y sólo pensaba en dormir, y mi marido sufría los llantos del niño cuando yo no estaba. Así que cuando hizo trece meses opté por el destete nocturno. La primera noche fue dura, no lo negaré, y lloramos todos, pero fue esa y ninguna más. A partir de allí empezamos a dormir y nos mejoró el humor a los dos (él iba mucho más descansado también), y seguimos con lactancia diurna nueve meses más.

Así pues, como veis, he tenido dos hijos y dos experiencias bien diferentes con la lactancia y la vuelta al trabajo. La cuestión es encontrar la fórmula en la que la madre y el bebé se sientan cómodos, nada debe ser un sacrificio ni una tortura. No se es peor ni mejor madre por extraerse leche o dar un biberón. Lo más importante es conocer todas las opciones posibles y elegir la que más le conviene a cada una, y saber que la vuelta al trabajo no debe implicar abandonar la lactancia materna.

¿Nos contáis vuestras experiencias?