Junto con Montse y Àngels, dos compañeras comadronas, me encargo del grupo de apoyo a la lactancia de mi hospital. Los martes tenemos el placer de reunirnos con una tribu de madres increíbles, algunas de ellas embarazadas y otras con sus bebés de diferentes edades, algunas con sus parejas o con sus madres, y todas con su propia historia. La maternidad a veces es fácil, pero en ocasiones hay que superar algún que otro bache, y estas cosas si se comparten se llevan mejor.

No hay martes que no veamos una madre con dolor al amamantar. Y prácticamente todas nos cuentan que alguien les ha dicho que sentir dolor al dar el pecho es algo normal, que ocurre siempre al principio. Algunas vienen al grupo de apoyo, o las vemos en Urgencias, o en la consulta, pero otras soportan el dolor hasta que un día no pueden más y tiran la toalla por el camino, abandonando la lactancia y a menudo sintiéndose frustradas. He visto madres llorar, ponerse pálidas e incluso marearse del dolor. De hecho el dolor es la causa más frecuente de abandono de la lactancia.

No, dar el pecho no debe doler. Quizás puede ser algo molesto los primeros días, sobre todo al principio de la toma, pero el dolor es un síntoma que nos indica que algo no va bien en el binomio boca-pecho, y es importante analizar qué está ocurriendo. El dolor al amamantar es intenso, como si te clavasen agujas en el pezón, y debe considerarse una urgencia. Una madre con dolor no debería soportar ni una toma más sin consultar con un profesional con conocimientos de lactancia.

Una posición correcta al amamantar es básica para no tener dolor. Cada pecho es diferente y tiene su propio eje, La boca del bebé debe estar bien abierta, con los labios hacia fuera, de modo que no solo coja el pezón, sino el complejo areola-pezón. Así, con los movimientos de la lengua el pezón tocará la parte blanda del paladar del bebé. En cambio, si el bebé abre poco la boca y solo coge la punta del pezón lo morderá con las encías y aparecerán grietas y dolor.

Cuando vemos que la boca y los labios están perfectamente colocados y la madre sigue notando dolor intenso al amamantar hemos de valorar la boca del bebé, porque podría tener un frenillo lingual corto. Todos tenemos frenillo, que es una estructura alargada que une la parte de debajo de la lengua con el suelo de la boca, pero algunas personas lo tienen más corto, ocasionando problemas en la succión pero también en otras áreas como el habla. La lengua ha de tener una buena movilidad para poder subir hacia el paladar y empujar la areola y el pezón hacia arriba y hacia atrás. Los bebés con frenillo corto tienen una lengua poco móvil que les impide succionar de forma correcta, y para compensarlo hacen fuerza con los labios y las encías, produciendo dolor. Hay distintos tipos de frenillo: unos son relativamente fáciles de ver y se cortan de forma muy sencilla en la misma consulta, pero otros están por debajo de la mucosa, y veremos una lengua poco móvil sin identificar claramente la cuerda del frenillo. Éstos, los ocultos, son los que nos dan más guerra, porque no todos los pediatras los diagnostican y, además, no siempre es fácil encontrar quien los resuelva. En este terreno, el del frenillo lingual corto, queda mucho camino por recorrer a día de hoy.

Además de la posición incorrecta y el frenillo lingual corto, hay otras causas menos frecuentes de dolor como las infecciones del pezón, el fenómeno de Raynaud y otras causas de pezón blanco y las perlas de leche, de los que ya hemos hablado en el blog en otras ocasiones y en los que no entraré hoy para no extenderme demasiado.

Es importante que en el posparto inmediato los profesionales que atienden a la madre y al bebé valoren que la toma sea óptima y que la técnica sea correcta. Si se consigue un buen agarre desde el principio, en la misma Sala de Partos, ya se tiene mucho terreno ganado. Por mucho que haya leído la madre sobre el tema, no todas las lactancias tienen un inicio fácil, y es necesario un buen acompañamiento. Si hay que pedir ayuda diez veces, se hace. Y, además, es importante que estas madres sean atendidas por personal formado en lactancia, porque sino no encontrarán respuestas a sus dudas y problemas. Otro recurso importante es el tiempo: el apoyo a la lactancia requiere tiempo, y éste, en sanidad, es a veces escaso (otro aspecto positivo de un grupo de apoyo es la disponibilidad de tiempo: en lugar de dedicar cinco minutos a doce madres, podemos dedicar una hora entera a las doce por ejemplo).

El dolor suele formar un tándem con las grietas en el pezón. Cuando un bebé no está mamando bien, ya sea por una posición incorrecta de la boca o por un problema anatómico, aparecen grietas en el pezón, que como heridas que son añaden más dolor a la toma. Para curarlas, lo primero es solucionar el problema de base que las ha producido, y paralelamente el profesional de la salud encargado de la madre podrá recomendar algún remedio para acelerar el proceso. Nosotras solemos recomendar aire, sol y aplicar un poco de miel, y en ocasiones recetamos alguna pomada cicatrizante. Las cremas de lanolina pueden ir bien para una irritación leve, pero cuando hay grietas solo añaden humedad. Ante grietas muy severas puede ser conveniente interrumpir el agarre directo durante unos días, extrayendo leche materna y administrándosela al bebé (lactancia diferida), pero siempre hay que valorar cada caso de forma individual.

En resumen, el dolor al amamantar tiene solución casi siempre. Lo más importante es ser consciente de que no es normal sentir dolor, y si aparece pedir ayuda a un profesional con experiencia en lactancia. Aunque el bebé aumente bien de peso y aparentemente no haya ningún otro problema, si hay dolor algo está ocurriendo. La lactancia es cosa de dos, madre y bebé, y debe ser placentera para ambos.

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