PVDCEn nuestro país la tasa de cesáreas oscila según el centro hospitalario y la región. Encontramos centros con un 20-25%, y otros que llegan hasta un 35% o incluso más. Esto significa muchos partos por cesárea cada año… muchas mujeres que, con una cesárea previa, volverán a quedarse embarazadas y se preguntarán qué ocurrirá en esta ocasión.

¿Se puede parir vaginalmente tras una cesárea? La respuesta es afirmativa. Un 60% de las mujeres con cesárea previa que intenten un parto vaginal conseguirán su objetivo: el llamado PVDC, parto vaginal después de cesárea. Pero… ¿realmente se trata de un parto de riesgo? La respuesta también es afirmativa: al existir una cicatriz en el útero, ésta se puede abrir de nuevo durante el trabajo de parto, provocando complicaciones serias que requieren una actuación médica urgente. Y es que la rotura uterina es el fantasma del PVDC, el fantasma que asusta a las mujeres y que mantiene a los obstetras en alerta.

¿Tan frecuente es la rotura uterina como para crear tanto miedo? Pues no. Ocurre en 3-4 casos de cada 1.000, y en aproximadamente 11 de cada 1.000 si se utiliza oxitocina. Si el riesgo fuese más elevado, quizás se plantearían las cosas de otra forma, pero esta tasa relativamente baja de rotura uterina es asumible si todo transcurre dentro de la normalidad. También es cierto que una cesárea es una intervención quirúrgica que tampoco está exenta de riesgos, y una segunda o tercera cesárea tiene más tasa de complicaciones que la primera. Aun así, el riesgo del PVDC no es nulo, y es por eso que la mujer debe estar dispuesta a parir por vía vaginal. Si prefiere otra cesárea, está en su derecho. Eso sí, debe recibir la información correcta, sin excesivo alarmismo, para poder tomar la decisión que le aporte mayor seguridad.

Un elemento que nos ayuda a pronosticar el éxito del PVDC es si se repiten las condiciones que motivaron la anterior cesárea. Si la situación es totalmente distinta, y el factor que la condicionó ya no está presente, las probabilidades de éxito son mayores. Por ejemplo, si la primera cesárea fue por una presentación de nalgas, y en el segundo embarazo el bebé está de cabeza, la situación ya es distinta. En cambio, si la primera cesárea fue por un problema mecánico de la pelvis, o por una enfermedad crónica de la madre, estos factores seguirán estando presentes en el siguiente embarazo.

Uno de los secretos para conseguir un PVDC es ponerse de parto de forma espontánea. Esto también aumenta las probabilidades de éxito. No es lo mismo llegar al hospital con un cérvix borrado y una dilatación de 4 o 5 centímetros que romper la bolsa de las aguas con un cérvix cerrado y sin contracciones. Aun así, en caso de necesidad, con una cesárea previa se puede realizar una inducción del parto, siendo muy cuidadosos y controlando bien tanto a la madre como al bebé.

¿Cómo controlamos a la mujer que está intentando un PVDC? De entrada, nuestro fantasma es la rotura uterina, que si se produce dará la cara mediante sangrado vaginal, disminución de la presión arterial de la madre, o alteraciones de la frecuencia cardíaca del bebé. A su vez, debemos controlar la frecuencia e intensidad de las contracciones. ¿Qué método nos permite vigilar todo esto? La monitorización materno-fetal, las famosas “correas”, nos dan información sobre el ritmo cardíaco del bebé y sobre las contracciones. Además, controlaremos las constantes vitales de la madre. Así, si surge alguna complicación podremos actuar con celeridad y solucionarla. ¿Es obligatoria la analgesia epidural? Con una cicatriz en el útero las contracciones pueden ser más dolorosas, y a su vez el uso de analgesia permite actuar rápidamente en caso de complicaciones. Aun así, no es imprescindible.

Así pues, un PVDC bien controlado, si todo transcurre sin problemas, es suficientemente seguro como para intentarlo si la mujer lo desea. Sí que se considera un parto de riesgo en cuanto a la necesidad de controles y a la posibilidad de complicaciones, pero ello no implica perder la magia del momento ni convertir el parto en un acto puramente quirúrgico. Y, por supuesto, si no hay ningún problema se puede realizar perfectamente el contacto piel con piel con el bebé desde el momento del nacimiento y un inicio precoz de la lactancia.

El Equipo de MaterTraining