Nacemos, infancia. Crecemos, adolescencia. Llegamos a la edad adulta y nos damos cuenta que tenemos unos propósitos que alcanzar. Queremos ser mamas y formar una familia. Entonces es cuando la perspectiva nos cambia. Ya no solo somos nosotras, somos algo más. Un bebé, un bebé que te cambia la manera de pensar y de ver la vida.

Yo soy mujer, soy maestra, pero ante todo soy mamá. Adoro mi trabajo, me encantan los niños, disfruto enseñando y aprendiendo con ellos pero… ¿la educación reglada es la que queremos todos para nuestros hijos? ¿Quién nos enseña a enseñar? ¿Quién nos dice cual es la mejor manera de educar?

Cada madre tiene sus dotes y todas tenemos el derecho de ponerlo en practica de la mejor manera que sabemos sin que nadie nos juzgue.

Es aquí cuando me planteo mi vida laboral. ¿Realmente quiero incorporarme al trabajo cuando mi bebé solo tiene 16 semanas de vida y tener que llevarlo a una escuela donde la metodología no encaja con mis preferencias educativas? Yo misma podría ofrecerle la infancia que todo niño necesita y disfrutar de ello sin perderme esos momentos tan bonitos del tesoro más valioso que tengo, esos momentos que pasarán y nunca jamás volverán.

Empiezan mis ganas por emprender, por innovar. Quiero un lugar dónde pueda estar con mi hijo y dónde sentirme realizada como mujer sin dejar de ser mamá. Y quiero poder compartir este privilegio con el resto de mujeres que lo deseen.

leo

Entonces nace L’Arrel. Un centro para incentivar el núcleo familiar, de apoyo a la maternidad y a la crianza respetada y con un espacio infantil para niños y niñas de 0 a 3 años. Un centro dónde las mamás puedan disfrutar de su embarazo conectando con sus bebés, sintiéndose a gusto consigo mismas:

-Dónde las parejas puedan asesorarse sobre lo que conlleva un embarazo, esa etapa tan bonita y tan desconocida para muchas mujeres. Los riesgos, los posibles imprevistos que puedan surgir, la lactancia, el parto… y aclarar las dudas y los miedos que a todas se nos pasan por la cabeza.

-Dónde las madres, ya con sus niños, puedan acudir para desahogarse y compartir vivencias con otras mujeres en la misma situación, hacer ejercicios para recuperar la forma física, talleres para el desarrollo afectivo entre ellas y sus hijos…

-Dónde los papás no sean un papel secundario dentro del núcleo familiar y puedan participar activamente en todas aquellas actividades que se propongan.

-Y dónde, una vez finalizada esta etapa tan preciosa y llegue la incorporación al trabajo, puedan confiar a sus hijos. En un ambiente cálido, conocido, familiar, feliz.

Un espacio donde cada niño pueda disfrutar de su infancia a su ritmo y a su libre interés sin preocupaciones ni obligaciones. Jugando, disfrutando, experimentando, descubriendo, APRENDIENDO.

Y, ¿ porqué apartar entonces a las mamás? Suficiente es el trauma que sufrimos todas cuando, después de 9 meses de embarazo más 16 semanas de maternidad donde se crea un vínculo insoportablemente fuerte, nos tenemos que separar de nuestros hijos para continuar con la rutina anterior.

Entonces pienso, lo que yo quiero para mi y que me ha llevado a lanzarme con este proyecto, quiero ofrecérselo a los demás. Quiero que todas las madres que lo deseen, puedan vivir la educación de sus hijos participando en todas aquellas actividades dirigidas posibles. De tal manera que, esa inevitable separación, se vaya apoderando poco a poco de lo que será, a partir de entonces, el nuevo día a día.

 

Cristina Ordàs

logo-arrel