Desde que supe que estabas dentro de mi comencé ha hablarte, al principio te pedía que no te fueras, que aguantaras… mi cuerpo sangraba y pasé miedo de perderte, reposé todo lo que me dijeron y mas y por fin pasó el peligro. Entonces hablé contigo dándote las gracias por quedarte, por resistir… y aunque nos dieron algún sustillo más durante las pruebas yo ya sabía que vendrías y que estarías bien. Lo sabía porque hablaba contigo y me ayudabas a vencer el miedo. Tardaste… algo más de lo esperado, una luna llena en la semana 37 puso en marcha mi cuerpo pero no vendrías aun… y eso me llevo a una prematura e innecesaria impaciencia, una impaciencia que se acrecentó cuando superé la semana 40 y que se volvió miedo cuando superé la 41. Miedos ajenos se apoderaron de mi… la presión del entorno me pesaba como piedras en los últimos días, yo disimulaba haciendo broma pero me desperté alguna mañana llorando ante la decepción de que esa no che las contracciones tampoco eran las de parto. Ahora que veo de lejos esos momentos me doy cuenta de que no era tan grave, claro… las hormonas jugaban su papel, también esas lágrimas tenían una función necesaria para descargar tensiones, ahora se que no pasaba nada malo, todo forma parte del mismo plan y hasta por esos momentos me siento agradecida.

Llevaba una semana pensando “el día 15 hay luna llena, ese será nuestro día”, además supe que no era una luna llena cualquiera, era una luna eclipsada, una luna roja,  a la que los mas místicos le atribuyen dones especiales. Para mi los tenía, sería el día que vendrías… La madrugada de luna roja me avisaste, una contracción me despertó, era un poco dolorosa pero quise ser prudente, volví a dormir, a despertar, a dormir, a despertar… hasta que tuve que admitir la diferencia en mi estado, a las 6 desperté a tu papi para decirle que venias. A las 7:30 las comadronas y al poco mi amiga Anna y Lu con su cámara mágica. Me dio tiempo a enviarle un mensaje a la comadrona Idoia , gracias a ella me sentí abrazada los días de antes en que me exasperaba la espera.

Estuve una rato en que aun podía hacer bromas, pedir lo que necesitaba, pensar en lo que estaba ocurriendo, sentada en el sofá se sucedían las contracciones y las manos de Tere o Gloria o Anna, que me calmaban, la voz de Pepi desde el recuerdo del primer parto me guiaba para acompañar el dolor, entregándome  a las olas… Ahí estaban todas esas mujeres, esa tribu experta, respetuosa, imprescindible… todo en casa estaba controlado, tranquilo, paciente. Y me fui… me largué al planeta parto, a momentos escuché voces a mi alrededor, me besaba y sostenía Ori y me morí de amor cuando noté que me besaba Isona , tu hermana que a sus 4 años te amaba desde que medias como un garbanzo, tanto como nosotros.

Me fui alejando… borracha de hormonas me acerque mas a ti, amada Queralt, ese era tu momento, y empecé a cantar, sin darme cuenta y sin planearlo surgía de mi garganta una nota grave, extraña, potente, ni siquiera sabia si los demás la oían, era un sonido que nunca antes había emitido, y escuché a Isona, cantando a mi lado, acompañándome en su abrazo, sus pequeñas manitas en mi cara eran como de mujer sabia, doula experta, tranquila y respetuosa, que amor tan puro sentía, que misticismo extraño me trajo el cóctel hormonal.Centrada en ti cada sonido que se formaba en mi garganta bajaba en un color azul brillante directo al cuello del útero y se habría en una cúpula que te  abría camino, así cada contracción se convertía en camino, en luz, en fuerza… No se de donde vino todo eso, tan abstracto, pero me ayudo y eso es lo que cuenta. De pronto otro cambio, un grito de leona y me quise poner de rodillas al suelo y todo estaba preparado, tu papi, el solucionador de problemas como me gusta llamarlo ya lo tenia previsto todo un cómodo colchón en el suelo, la gran pelota a la que también me abracé en el parto de Isona, y él sentado delante para sostenerme. Y tomé algo de conciencia, salí del estado hipnótico del planeta parto lo suficiente como para notar la fuerza, alguien me ofrecía agua y la tomé sin poder hablar, una voz me preguntaba si quería quitarme la ropa pero no pude contestar a pesar de que si quería quitarla, solo podía acompañar la fuerza, la sensación mas potente que he sentido nunca, mas incluso que en el parto de Isona, me sentía libre de miedos y no podía creer que lo que estaba sintiendo era tu nacimiento, tu paso por el canal de parto.

Me agarré fuerte a la ropa de Ori, el me sostuvo las manos con fuerza, toda la que precisé, esperaba el aro de fuego pero no llegó, saliste rapidísimo! En ese momento no lo sabía pero luego me explicaron que fueron 4 o 5 pujos solo. En un segundo te tenía en mis manos, aun siento tu suave viscosidad, el olor dulce, tu cabecita caliente, los cientos de besos que te di, las lágrimas de alivio, alegría y sorpresa que no me dejaban ni hablar, igual que en el parto de Isona llore bastante entre risas, salí del planeta parto y me desbordé de amor cuando ví a Ori llorando conmigo y a Isona que no le cabía mas risa en la cara, nos comimos a besos los cuatro, que borrachera de emociones…

Dejó de latir el cordón y lo cortaron papá y tu hermana, sale la placenta y ya estamos físicamente separadas…algunas pruebas, medidas, comprobaciones. Todo perfecto.

Llorabas fuerte Queralt, creo que para ti también fue rápido. Pensaba;  Mami te ayuda cariño y cuando nos quedamos solas nos unimos de emociones y todo rodó de manera natural y te pude alimentar y decirte cuanto te amo. Ya somos cuatro y os quiero tanto…

I vet aquí gat i vet aquí un gos que aquest conte ja s’ha fos, i comenta un altre…

Queralt, Isona, Ori y Noe.

Gracias gigantes a  Anna ( amiga y enfermera), Lu ( fotógrafa ), Tere, Gloria, Idoia y Pepi (comadronas) . También gracias a Vivi ( artistaza)  por el recuerdo de mi barrigota.