Un parto necesita tiempo, mucha paciencia (por parte de todos) y un buen acompañamiento. En definitiva, hacer honor al término obstare, que significa restar a la espera. Las nuevas directrices de la OMS dejan muy claro que hay que reservar las intervenciones médicas en los partos para los casos necesarios y, sobre todo, evitar acelerar la fase latente del parto si tanto la madre como el bebé se encuentran en condiciones óptimas. Para evitar intervenciones innecesarias y falsos diagnósticos de partos no evolutivos, es imprescindible conocer la normalidad: cuánto dura un parto y cuándo realmente una mujer está de parto.

El parto se divide en tres periodos: dilatación, expulsivo y alumbramiento. Paralelamente, en el periodo de dilatación existe una fase latente, en la que todavía no ha empezado el trabajo de parto activo propiamente dicho, y una fase activa que se prolonga hasta el expulsivo.

Durante la fase latente empiezan a aparecer contracciones más o menos dolorosas, que pueden no ser del todo regulares. El cuello del útero se va modificando: se va acortando y comienza a dilatar lentamente hasta más o menos seis centímetros. Esta fase puede ser muy variopinta: algunas mujeres la toleran bien y la viven como algo mágico o bonito, pero también puede ser lenta y pesada, sobre todo si se alarga. Y es que su duración es muy variable, sin que nadie haya establecido un límite claro, aunque pocas veces supera las treinta horas.

En cambio, en la fase activa las contracciones son regulares y dolorosas (2-3 cada 10 minutos aproximadamente). La dilatación progresa de forma más rápida hasta los 10 centímetros (sobre todo los últimos), pero puede ser muy variable. En un primer parto puede durar hasta doce horas, y diez en partos sucesivos, sin seguir el patrón clásico de un centímetro por hora que se describía en estudios antiguos. Así pues, la fase latente y la fase activa no tienen nada que ver entre ellas.

Los primeros centímetros son los que más cuestan, y la fase latente puede durar más de un día, de modo que es importante saber detectar si una mujer está realmente de parto activo. Si se comete el error de pensar que ha empezado la fase activa, probablemente se acabará observando una evolución más lenta de lo que se esperaba y se acabará acelerando el parto, aumentando también la probabilidad de cesárea por una supuesta falta de progresión. Esta tarea corresponde a los profesionales: todos hemos de tener claro el límite entre la fase latente y la fase activa del parto y hemos de dar el tiempo suficiente a los bebés para nacer.

Entrar en la fase activa a los 6 centímetros de dilatación no significa quedarse en casa hasta entonces. En la mayoría de hospitales, con 3-4 centímetros ya se plantea el ingreso. Aunque las nuevas guías clínicas de asistencia al parto plantean no llevar a cabo ninguna intervención médica hasta la fase activa, la mujer puede permanecer en la Sala de Partos con el apoyo de las comadronas o, según el centro, en una habitación de planta hasta que la cosa esté más animada.

Pero para que sea posible no intervenir hasta la fase activa se necesita, por un lado, mucha educación prenatal y, por el otro, mucho apoyo durante la fase latente. Hay que explicarlo bien en las visitas, en los cursos de preparación al parto, en libros, en recursos digitales, etcétera. Las futuras madres han de saber cuáles son las fases del parto y qué ocurre en cada una de ellas, y la pareja (u otro acompañante ) también. Y una mujer en plena fase latente puede sentirse cansada, dolorida, decir que no puede más… y hay que hablar con ella, tranquilizarla, cuidarla y proporcionarle estrategias para vivir esta fase de la mejor manera posible. Y, si aun así se está haciendo demasiado pesada, y demasiado diferente a lo que se esperaba, una opción sí que puede ser intervenir. En ocasiones hace falta una tregua, y poner la epidural a los 3 centímetros de dilatación y permitir algo de descanso no es ninguna rareza. Estamos aumentando la probabilidad de requerir oxitocina o rotura artificial de la bolsa, pero quizás en algunos casos la vivencia de la madre sea más positiva así que de forma totalmente fisiológica. Y esto no tiene que suponer ninguna rendición ni ser peor madre ni menos valiente: un parto es un parto, no un concurso. La decisión final, siempre con el apoyo de los profesionales, es de la madre, y la asistencia al parto se ha de adecuar a cada caso particular. Lo importante es que las mujeres, para tomar decisiones, tengan toda la información sobre la mesa y nadie les “venda” nada por conveniencia. Siempre, en Obstetricia, el centro de la asistencia es la mujer y su bebé (y su acompañante), y el resto somos meros invitados.


En resumen, podemos decir que una mujer “está de parto” cuando entra en la fase activa del parto. Antes, puede pasar horas y alguna noche sin dormir con contracciones no del todo regulares en la fase latente.

¡Esperamos que os haya gustado! Podéis encontrar más información sobre cómo sobrellevar esta fase en nuestros cursos de preparación al parto o en otros artículos de nuestro blog.