En cambio, a día de hoy se intenta recuperar la posibilidad de atender partos vaginales a mujeres con su bebé colocado de nalgas, en casos concretos, siempre y cuando se traten de embarazos de bajo riesgo y cumplan una serie de condiciones que auguren el éxito del parto. Y es que después de este estudio que cambió la manera de actuar en estos partos han salido otros que no lo ven tan claro, o que dejan la puerta abierta a seguir investigando sobre el tema.
Pero la cesárea sigue siendo una opción válida y segura en estos casos. Quizás algunas de estas cesáreas se podrían evitar dejando evolucionar el parto de forma espontánea, siempre y cuando se cumpliesen unos mínimos de seguridad y la mujer estuviese dispuesta a intentarlo, previamente informada de las posibles complicaciones de una y otra opción. Y es que la cesárea no deja de ser una cirugía mayor y una cicatriz en el útero, con sus consecuentes riesgos, pero el parto vaginal también puede complicarse cuando el bebé está de nalgas. Existe un mayor riesgo de lesiones en los nervios que controlan el movimiento de los brazos (por estiramiento del cuello), de retención de la cabeza (requiriendo la extracción con fórceps), de expulsión de meconio, y ciertamente para el bebé es más dificultoso nacer de nalgas que de cabeza. Y esto motiva que muchas mujeres opten por la cesárea cuando se les da opción de elegir.
¿Quién decide la vía del parto en estos casos?
Desde luego el ginecólogo/a que controla el embarazo tiene mucho que decir, pero los futuros papás también. Nos encontraremos profesionales que nos ofrezcan ambas posibilidades (como hemos dicho, siempre que se cumplan todos los requisitos para garantizar la seguridad del parto vaginal). Pero también nos puede ocurrir que nos recomienden una de las dos opciones (cesárea o parto vaginal). La última palabra siempre la debe tener la paciente, la cual, bien informada (la información correcta es fundamental), puede decidir de qué manera quiere dar a luz. También es importante tener confianza en nuestro profesional de referencia.
Ahora lo expondré desde el punto de vista profesional: si por ejemplo tenemos una paciente que cumple los requisitos necesarios y quiere intentar un parto vaginal pero nosotros no se lo podemos ofrecer (por falta de experiencia en este tipo de partos o porque creemos que la cesárea es la opción más segura), lo correcto es dirigirla a otro profesional que conozcamos y que sepamos que sí le va a asistir. Y, por supuesto, hay que tener en cuenta que durante cualquier parto puede ser necesaria una cesárea por diversos motivos, y esto también puede ocurrir en el caso de las nalgas.
Así pues, lo fundamental es confiar en el profesional que nos controla el embarazo, informándonos correctamente de todas las opciones y decidiendo la opción que nos ofrezca mayor confianza y seguridad.
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