Entre las embarazadas existe en muchas ocasiones la discusión de qué pueden comer y qué no. Y entre los alimentos más discutidos se encuentra el queso. ¿Qué sucede con el queso? ¿Se puede o no se pude comer? ¿Es como el jamón, que algunas sí y otras no? ¿Son todos los quesos iguales? ¿Por qué antes no se hablaba tanto del queso y el embarazo?
Pues bien, cuando hablamos de la problemática del queso y el embarazo, estamos hablando entre líneas de Listeria, y no de toxoplasmosis como sucede con el jamón y demás embutidos. La Listeria es una bacteria intracelular, que tiene especial predilección por los huéspedes inmunodeprimidos, o lo que es lo mismo con las defensas bajas. Y precisamente, la embarazada cumple los criterios para ser atacada por este microorganismo.
La listeriosis es una enfermedad que puede pasar desapercibida, dar un cuadro de gastroenteritis o una sintomatología similar a una gripe. Pero el motivo principal de la preocupación durante el embarazo es que tiene especial atracción por la placenta, pudiendo provocar en el feto abortos o graves infecciones.
Su incidencia en España ha aumentado significativamente en los últimos años, pasando de un 0.2 a cerca de un 1 por cada 1000 partos. Además, en la época del año en la que nos encontramos, en verano, su incidencia es algo mayor. De estos datos, “la moda” de hablar en las consultas de “listeria y cómo prevenirla”.
Para prevenir la infección por esta bacteria debemos saber que se trata de un microorganismo que resiste tanto el calor como el frío. La congelación no la elimina, y sólo las temperaturas superiores a 50ºC la destruyen.
De forma general, para evitar la contaminación de los alimentos por ciertas bacterias no amigas, se deberían seguir algunas recomendaciones, entre las que destacamos:
– Cocinar los alimentos crudos de origen animal a temperaturas elevadas.
– Lavar bien los alimentos crudos, como verduras y frutas.
– Lavar manos y utensilios de cocina después de manipular alimentos crudos.
– No mezclar en la nevera alimentos crudos y alimentos cocinados.
– Un vez abiertos, no conservar demasiado tiempo los productos de charcutería que requieran conservación en nevera.
– Los restos y platos precocinados se deben recalentar a más de 50º para su consumo.
De forma concreta para la listeriosis, se deberían evitar comer los siguientes alimentos: Frankfurts o carnes enlatadas consumidas sin cocinar a alta temperatura, quesos blandos elaborados con leche no pasteurizada (feta, brie, camembert…), patés no enlatados o esterilizados, productos ahumados que requieran refrigeración (salmón, bacalao…), vegetales comprados ya preparados y listos para comer (las populares bolsas de lechuga ya lavadita).
Por lo tanto, la embarazada que dice que no puede comer queso ¡tiene razón! Pero no tiene prohibidos todos los quesos: podrá comer cualquier queso de pasta dura, de pasta semidura y todos los quesos pasteurizados o preparados para untar.
Además de tener presentes todas las medidas preventivas, es importante detectar la enfermedad de manera precoz, y para ello cualquier embarazada con un cuadro febril asociado o no a gastroenteritis debe acudir a urgencias para descartarla y, en caso que se confirme, iniciar tratamiento.
Fuente: “Center for Food Safety and Applied Nutrition, U.S. Food and Drug Administration”, de “La listeriosi d’orìgen alimentari”.
Recomendaciones del Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya. Marzo 2001. “Protocolo de Listeria y Gestación” del H.Clínic de Barcelona.
El Equipo de Mater Training
Que buena idea