parto-alto-riesgo-respetadoCada vez son más los centros sanitarios que ofrecen programas o protocolos de parto natural, fisiológico o no intervenido. Éstos permiten que muchas mujeres puedan disfrutar del parto que desean sin tener que renunciar a la seguridad del entorno hospitalario. ¿Pueden aplicarse a todas las embarazadas? Por lo general, están dirigidos a gestantes de bajo riesgo, con embarazos normales y sin complicaciones. ¿Qué ocurre cuando existen factores de riesgo? ¿Es realmente necesario irse al otro extremo y someter a la mujer a una intervención tras otra?

Dentro de este grupo de mujeres con la etiqueta de “alto riesgo” también las hay que desearían un parto fisiológico o con la mínima intervención. Y seguro que todas quieren disfrutar al máximo de ese momento tan especial pese a su patología. Aquí es importante valorar cada caso por separado e individualizar cada situación. No es lo mismo una diabetes gestacional que una hipertensión, una cesárea previa o un parto múltiple. Cada embarazo y parto de riesgo tiene sus particularidades y potenciales complicaciones, y por supuesto su nivel de riesgo.
Aquí es importante el concepto de parto respetado: un parto en el que se respetan al máximo los ritmos fisiológicos del proceso y las decisiones de la mujer, interviniéndose cuando es necesario, pero explicándose todo lo que ocurre, y con un acompañamiento emocional óptimo. Sin hacer cosas simplemente por terminar antes. Respetando a la madre como persona autónoma, y al bebé como recién llegado a este mundo, favoreciendo el vínculo entre ambos. Un parto disfrutado por ambos miembros de la pareja, como culminación de un proceso que iniciaron juntos.

¿Necesitamos una monitorización fetal continua? La respuesta es afirmativa en la mayoría de casos de alto riesgo. Este hecho no debe implicar que la mujer se encuentre tumbada durante todo el proceso del parto. Si el hospital no dispone de telemetría (monitores inalámbricos), los cables son suficientemente largos para permitir la movilidad. En ocasiones el latido se perderá, dando más trabajo al personal para recolocar el sensor, pero en la mayoría de casos no supondría un problema. Si además del monitor se necesita un control constante de la presión arterial, más una bomba de infusión (antihipertensivos, insulina, etcétera), o el ritmo cardíaco del bebé no es del todo tranquilizador, entonces la movilidad se verá más reducida. Lo que sí que es más difícil es por ejemplo la inmersión en una bañera.

¿La mujer no desea analgesia epidural? El riesgo no es sinónimo de convertirla en obligatoria. Pero para que el proceso sea soportable, la mujer debe poder moverse con cierta libertad, y ha de recibir el acompañamiento emocional que necesita. Si se está utilizando oxitocina las contracciones serán más dolorosas que las propias, haciendo más probable la necesidad de analgesia epidural.
¿Riesgo y uso de oxitocina? Dependerá básicamente de cómo se ha iniciado el parto. En ocasiones por el factor de riesgo en sí debe terminarse el embarazo antes de que la mujer se ponga de parto (siempre a criterio de los profesionales que la tratan), precisando oxitocina endovenosa para que aparezcan contracciones. Pero en muchos casos el parto se inicia de forma espontánea, con contracciones regulares, y no tenemos por qué estimular el trabajo de parto (de hecho en algunos casos estaremos más seguros sin utilizarla). Aun así, hay que tener en cuenta cada situación particular.

¿Qué ocurre con la postura para dar a luz? ¿Es imprescindible la posición ginecológica? Si se trata de un parto eutócico, es decir, sin instrumentación, y la mujer se encuentra bien, podría parir en cualquier postura salvo casos concretos. Aquí es importante individualizar cada caso más allá de la etiqueta de “alto riesgo”, y también dependerá de si la mujer lleva o no analgesia epidural (con analgesia hay ciertas posturas más complicadas, pero la ginecológica no es la única posible).

¿Instrumentación, episiotomía y riesgo? A no ser que por razones médicas el expulsivo deba abreviarse, a priori el riesgo no implica la necesidad de practicar una episiotomía o utilizar instrumentos como fórceps, espátulas o ventosa.
¿Quién va a estar presente? Si el factor de riesgo solo es una cesárea previa no se necesita nadie más que en un parto normal, pero si por ejemplo se trata de un parto múltiple o un bebé prematuro habrá un equipo pediátrico en la sala. La presencia del acompañante debería ser algo constante, pero ya depende del protocolo de cada centro.
¿Qué ocurre tras el parto? Si todo ha ido bien, y madre e hijo se encuentran bien, no hay motivos para separarlos por el mero hecho de tener la etiqueta de “alto riesgo”. Si no pasa nada el bebé se puede colocar directamente piel con piel con la madre y se puede iniciar la lactancia de forma precoz como en cualquier parto.

Ante todo, información y diálogo. Es importante que cada mujer se informe previamente de cómo va a ser el parto en su caso concreto, qué actuaciones serán necesarias, cuáles no son del todo imprescindibles, etcétera, y que reciba todas las explicaciones pertinentes por parte de los profesionales que la atienden.
En definitiva, no podemos negar el riesgo si realmente existe. La mujer con un embarazo o parto de riesgo debe ser consciente de ello, de que no es exactamente igual que la de bajo riesgo que entraría en cualquier programa de parto natural, y construir sus expectativas teniendo esto en cuenta. Pero tampoco podemos dejar que esta condición ensombrezca el nacimiento de su bebé. Puede participar en la toma de decisiones, y debe poder disfrutar del momento. No debemos olvidar las intervenciones tampoco están exentas de complicaciones, así que lo ideal es reservarlas para cuando son realmente necesarias. Y la mayoría de partos de riesgo necesitan pocas (salvo casos graves particulares). Las gestantes de riesgo también pueden tener partos respetados preciosos.

El Equipo de Mater Training