¿El peso de mi bebé es normal? Esta pregunta se repite muchas veces en la consulta de Obstetricia, sobre todo cuando se acerca el parto. Y es que una de los objetivos de la última ecografía programada del embarazo, la que se realiza en el tercer trimestre, es éste, valorar el peso del bebé. Esta ecografía se realiza entre la semana 30-34 y además de conocer la posición del feto, su morfología en este trimestre y su bienestar, tiene como objetivo conocer el peso. ¿Por qué? ¿Cuál es el motivo para conocer el peso del feto? El objetivo va más a allá de decirle una cifra a la paciente que, por otro lado, al no saber, nos preguntará si está bien o no.

El objetivo de conocer el peso es descartar que el feto tenga un peso excesivo o bien un peso deficiente.

Para decidir si un bebé tiene un peso normal o no, se compara con unas gráficas de normalidad y según su peso y las semanas de embarazo se establece un percentil, es decir un punto en la gráfica.

La gráfica de la que hablo es de la famosa Campana de Gauss Laplace. “Famosa” para los que hayan realizado algún tipo de formación en estadística. Se utiliza en múltiples situaciones como por ejemplo poner notas (calificaciones) en un grupo, hacer estudios de mercado, valorar el peso y la altura en Pediatria… pero lo quiero hacer “sencillo”, a ver si lo consigo:  Como veis en la gráfica, la curva hace forma de campana ya que, en el centro, alrededor de la media o percentil 50 es donde se acumulan más individuos. En las esquinas de la campana la gráfica se hace más fina porque se acumulan menos individuos. Pues bien, todo aquel que esté por debajo del percentil 10 o por encima del percentil 90 se debe estudiar y ahora veremos por qué.

 

 

Para empezar, diré que hay bebés que se encuentran en esas “zonas” de “no normalidad” pero que son bebés normales, es decir, no les pasa NADA, simplemente son más pequeños o más grandes que lo habitual. Es lógico, tan normal es un recién nacido que pesa en el parto a las 40 semanas 2950 g que otro que pese 3670 g y existe casi 1kg de diferencia entre los dos. Y eso, ¿de qué depende? En ausencia de enfermedad, hay una dotación genética que determina ese peso en el momento del parto. El tamaño de los padres, el peso de los padres en el parto, el peso de hijos anteriores … todo ello puede informar más o menos de lo que se puede esperar en relación al peso de un recién nacido.

Pero entonces, ¿da igual el peso? No, no da igual, en un porcentaje pequeño de los casos los bebés son más pequeños o más grandes de lo normal porque les ocurre algo.

En el caso de los pequeños se busca un diagnóstico: retraso de crecimiento intrauterino. Son bebés que no pueden crecer todo lo que podrían por un problema. Algunas infecciones o la malnutrición pueden ser culpables de esa falta de crecimiento, pero habitualmente, es debido a problemas de alimentación por la placenta. Existen mujeres cuyas placentas no funcionan correctamente. Para detectarlas nos fijamos en el peso de los bebés y en cómo pasa la sangre por diferentes lugares: arterias de la madre, arterias y venas del bebé o del cordón umbilical. Se conoce como estudio Doppler. Aquellos bebés que puedan estar sufriendo algún tipo de restricción de alimentación se controlan de manera más frecuente y en algunos casos se decide su extracción. Es decir, se provoca el parto porque se considera que están mejor fuera del útero, alimentándose a través de leche, que dentro, a través de la placenta.

Esto puede ocurrir antes de llegar a estar “a término”, es decir de forma prematura, pero representan un grupo muy pequeño y excepcional, ya que la mayoría de estos pequeñitos se controlan hasta que la mamá se pone de parto o bien se alcanzan las 40 semanas de gestación y es entonces cuando se decide si se finaliza el embarazo o se espera al parto espontáneo.

En estos casos el control y las conductas que se siguen son individualizadas ya que cada feto se comporta de una manera diferente y es difícil estandarizar. Aunque existen protocolos y guías de actuación que seguimos para tomar decisiones.

Y, ¿qué pasa si es demasiado grande? En este caso lo más importante es descartar una diabetes en la mamá y en el caso que ya esté diagnosticada, ajustar el control de la misma.

Los recién nacidos cuya madre es diabética tienen tendencia a ganar más peso de la cuenta dentro del útero, pero sin acompañarse de una correcta maduración del resto de órganos. Se conocen como macrosomas y pueden ser recién nacidos gorditos pero que a la hora de adaptarse a la respiración fuera del útero, tienen más dificultad que otros “más pequeños”.

Para descartar la diabetes se puede repetir el test de O’ Sullivan si había resultado normal previamente o valorar el nivel de azúcar de la paciente en diferentes momentos del día durante una semana aproximadamente.

Si se confirma la diabetes, se inicia el control oportuno de los niveles de azúcar y los tratamientos necesarios: dieta y ejercicio o dieta y ejercicio más insulina. Y, en función de cómo crezca el bebé o de cómo se controle el azúcar, se decide una conducta u otra. Es decir, se espera al parto espontáneo o se indica la finalización del embarazo.

Y si no hay diabetes, ¿qué se debe hacer? Está claro que se debe individualizar cada caso y valorar riesgos y beneficios de esperar a un parto vaginal espontáneo vs hacer una cesárea electiva más allá de la semana 38-39. Esta decisión la toman conjuntamente la paciente con su ginecólogo. Pero se recomienda que si un bebé se estima que pesa en la semana 40 más de 4.5kg y la mamá no ha parido antes, se realice una cesárea.

Evidentemente hay bebés que nacen con pesos superiores a los 4.5 kg, y lo hacen con partos vaginales, la mayoría espontáneos, pero tan sólo se trata de una recomendación y cada caso se tratará de forma individual.

 

Para más preguntas, consultad nuestra página web: www.matertraining.com y sobretodo, consultad a vuestra comadrona o médico si os surgen dudas en relación a lo que pesan vuestros bebés.