Tos-Ferina

La tos ferina es una enfermedad infecciosa transmitida por una bacteria,  Bordetella pertussis. Se trata de una enfermedad que produce una tos muy intensa que a veces adquiere unas características típicas. Se  trata con antibiótico y por lo general tiene una evolución muy benigna en el paciente ya vacunado. Está incluida en el programa de vacunación  de casi todos los países del primer mundo. Sin embargo y a pesar de ello, cada 2 o 4 años se observan brotes de esta enfermedad.

La vacuna de la tos ferina se incluye en el calendario vacunal de la Asociación Española de Pediatría entre las vacunas sistemáticas y se administra conjuntamente con la vacuna de la difteria y el tétano (vacuna conocida como DTPa). Se vacuna a los 2, 4 y 6  meses, posteriormente se administran dosis de refuerzo entre los 15  – 18 meses de vida (4ª dosis), entre  4 y 6 años (5ª dosis) y entre 14 y 16 años (6ª y última dosis).

¿Por qué hacemos un artículo sobre una vacuna si se trata de una enfermedad con una evolución muy buena y que tiene un tratamiento sencillo con antibióticos?

El motivo de hablar de este tema es porque lo dicho anteriormente sirve para casi todos los grupos de población excepto para los recién nacidos.

La tos ferina puede ser causa de muerte en los lactantes no vacunados.

Los recién nacidos  no están  todavía vacunados y están expuestos a los gérmenes que hay en el medio. Los principales transmisores de la tos ferina son precisamente las personas que más en contacto están con los pequeños: padres, abuelos, hermanos mayores… Pero, ¿Cómo puede pasar si estamos todos vacunados?

El motivo de que ocurra esto es debido a que la vacuna no protege eternamente, los expertos hablan de 6 años de inmunidad tras la última dosis o tras haber sufrido la enfermedad.

En los adultos, además, puede pasar desapercibida y podemos ser portadores o estar acatarrados con una tos muy fea sin que esto suponga mayor complicación y por lo tanto, sin saber que podemos ser transmisores de la tos ferina.

Sin embargo, los lactantes menores de 4- 6 meses (que no han recibido la 2ª dosis de vacuna) son susceptibles de contagiarse y de presentar cuadros de tos ferina complicados. No han recibido la vacuna  todavía y su madre, aunque esté vacunada en su infancia, no le ha trasmitido defensas o anticuerpos durante el embarazo. En estos casos la enfermedad ya no es tan benigna. La tos puede evolucionar a cuadros de insuficiencia respiratoria y son bebés que  necesitan ingreso en el hospital e incluso a veces ingreso en unidades de cuidados intensivos.

En este contexto, los especialistas recomiendan dos medidas para proteger a este grupo de la población. Por un lado, se recomienda vacunar a la futura madre a partir de los 7 meses de gestación. Y, por otro lado, se recomienda vacunar a todos los adultos y adolescentes que pueden formar parte del nido del bebé, es decir, aquellas personas encargadas del cuidado del pequeño. Estos son padres, abuelos y hermanos mayores.

El motivo que lleva a vacunar a la madre es para conseguir que el bebé nazca con defensas en su organismo que lo protegerán hasta que se le administre la primera dosis de vacuna.

Se recomienda vacunar a partir del 7º mes porque en el tercer trimestre se produce un traspaso importante de anticuerpos o defensas a través de la placenta. Vacunar antes no tendría sentido porque no habría paso de estas defensas y más tarde tampoco porque el parto puede ocurrir antes de que estas lleguen al bebé.

Además se trata de una vacuna conocida y estudiada desde hace años y que no se relaciona con complicaciones en el embarazo, por lo que se considera segura  y exenta de efectos secundarios graves.

El interés es tal que en España, Comunidades Autónomas como Cataluña, recomiendan la vacunación a todas las embarazadas a partir de las 27 semanas,  está incluida en el programa de vacunación y, por lo tanto, financiada por el estado.

La otra medida recomendada por los especialistas, como ya hemos dicho, es vacunar al resto de personas que vayan a cuidar a los pequeños. Si no es posible, ya sea por no poder acceder a la vacuna o por desconocimiento, en principio podemos estar tranquilos porque los bebés nacidos de madres vacunadas en el embarazo están protegidos.

La recomendación que hacemos es que todas las embarazadas se informen con su comadrona, médico de familia o ginecólogo al respecto.

La razón es obvia. Lo que se busca no es erradicar la tos ferina sino evitar el impacto que supone esta enfermedad en un bebé. Es decir,  evitar ingresos hospitalarios y complicaciones muy graves, que pueden llegar a ser irreversibles.

Así que no dudéis en preguntar e informaros sobre este tema.

Por otro lado, aquellos adultos con tos o síntomas de procesos catarrales deberían evitar el contacto con el lactante. Si no queda otra opción ya que no hay nadie más que se pueda encargar del cuidado del pequeño, lo recomendable es usar mascarillas de papel  y lavarse bien las manos para evitar el contagio a los pequeños, sobre todo, a los recién nacidos de menos de un mes.