Hace unos días La Vanguardia publicaba una noticia en teoría innovadora y revolucionaria. Y digo “en teoría” porque aquello no tiene nada de innovador ni revolucionario. Según la noticia, un conocido hospital de Barcelona es “pionero” en ofrecer un tipo de cesárea “diferente”: con el acompañante al lado, bajando el telón estéril para que los papás puedan ver salir al bebé, sin separación, con contacto piel con piel inmediatamente después del nacimiento… os suena, ¿verdad? ¿Quizás porque en Mater Training hemos tratado este tema en múltiples ocasiones? En nuestro hospital llevamos años trabajando así. Pero este post no es un “señores, esto yo ya lo hacía”. Es un “esto debería ser lo habitual” y un “ya tardaban ustedes”, porque mientras se ha estado hablando de esto en múltiples ámbitos los últimos años, algunos gigantes han seguido privando a muchas familias de estar juntos en momentos tan importantes, y parece que ahora hayan descubierto que la Tierra es redonda. ¿Qué debería ser lo habitual? En este post os lo explicamos con imágenes reales: https://www.matertraining.com/sobre-cesareas-acompanante-y-piel-con-piel/.

No nos colgamos ninguna medalla: esto no solo lo hacemos nosotros, también lo hacen muchísimos otros compañeros en muchos otros hospitales, grandes y pequeños, públicos y privados. También lo dice la OMS: la mujer debe estar acompañada por alguien de su elección (pareja, familiar, amiga…) en todo momento durante el nacimiento. En las redes una mujer comentaba que su cesárea ya fue así hace más de veinte años. Nadie se ha inventado nada, simplemente se han adaptado maneras de trabajar a los derechos y expectativas de las madres y bebés.

Las últimas recomendaciones de la OMS equiparan la calidad de los cuidados puramente médicos a la experiencia vivida por la mujer y su acompañante. Si no ha ocurrido nada “grave”, y madre y bebé gozan de buena salud, pero la experiencia ha sido traumática o poco agradable, no podemos decir que el resultado haya sido bueno. Las madres suelen esperar que todo vaya bien, y a menudo la noticia de la necesidad de una cesárea les cae como una jarra de agua fría. Ya que no es la situación ideal, los profesionales tenemos el deber de hacerla lo más llevadera posible. Hacerlo así no cuesta nada, solo es cuestión de querer hacerlo y organizarse, porque técnicamente no tiene ninguna dificultad añadida. En cambio, para los padres la vivencia es absolutamente distinta.  Yo, personalmente, no concibo hacerlo de otra manera pudiéndolo hacer así.

El otro día una conocida me explicaba que su tercer hijo había nacido por cesárea. Estuvo sola en el quirófano, y tardó tres horas y media en reencontrarse con su bebé. Esto en un hospital con unas instalaciones renovadas, con bañera de partos, etcétera. En el momento de elegir dónde dar a luz, no solo hay que plantearse cómo se plantea el parto normal, sino también cuál es el protocolo habitual ante el nacimiento por cesárea o cualquier otro contratiempo. No es infrecuente encontrar centros con instalaciones espectaculares para el parto normal sin intervención, pero que obligan a la mujer a cambiar de escenario si opta por la analgesia epidural, o con protocolos de cesárea totalmente contrarios a las recomendaciones de la OMS, o con Unidades de Neonatología con restricciones horarias. ¡Hay que contemplarlo todo!

 

Algunas madres me cuentan que en el hospital en el que darán a luz dejan entrar al acompañante en las cesáreas, pero con “peros”: las programadas, las no-urgentes, dependiendo de quién esté de guardia… si se puede hacer el lunes, se ha de poder hacer el martes y el miércoles, y si se puede hacer con un bebé se puede hacer con dos, tanto a término como a las treinta semanas. Una cesárea urgente puede ir de maravilla, y la programada se puede complicar: no hay forma de adivinar cuál será la fácil. Precisamente en situaciones críticas es cuando una mujer necesita más a su pareja o acompañante con ella. Cuando el bebé es prematuro, su madre no lo volverá a ver hasta que pueda levantarse. Si dejamos a su pareja fuera, conocerá a su bebé dentro de una incubadora lleno de cables. Si no le bajamos el telón estéril, seguramente no le verá la cara despejada sin respirador ni oxígeno hasta pasados varios días… o semanas. Si no tenemos nada que esconder, no pasa nada si nos ven trabajar.

 

En resumen: futuras madres, que no os engañen. Todas estas supuestas concesiones e innovaciones son un derecho: acompañante presente, no separación sin motivo médico, piel con piel e inicio precoz de la lactancia. Con estos mínimos de forma universal me conformo. Si además se baja el telón estéril y se ve nacer al bebé, genial. Y si suena música si a la madre le apetece, también es fantástico. Una cesárea es una intervención, sí, pero también es un nacimiento. No es comparable a una apendicectomía. Si entran estudiantes en el quirófano, ¿por qué no el acompañante? Creo que solo he visto a un padre marearse en el quirófano… y a cientos en partos vaginales, y también a decenas de estudiantes. El bebé necesita calor, de acuerdo, pero el de su madre, no el de una lámpara si no tiene ningún problema de salud. Y si pone en marcha el reflejo de búsqueda, ¿por qué no puede empezar a mamar en el quirófano? Todo esto, sin banalizar la cesárea: se trata de una cirugía mayor y es un recurso cuando el parto vaginal no es posible. Defendiendo una cesárea centrada en la familia no defiendo, para nada, la cesárea a diestro y siniestro, sino solo cuando es necesaria.

 

Fotos preciosas cedidas por Mireia Navarro