Los bebés, en el útero, están dentro de la bolsa amniótica, rodeados por líquido amniótico. La bolsa amniótica se puede romper en cualquier momento del parto. Incluso hay bebés que nacen con la bolsa íntegra, que es lo que llamamos un parto velado. También se puede romper la bolsa antes de que empiece el parto. Cuando esto ocurre, con el paso de las horas suelen aparecer contracciones y arranca el trabajo de parto, pero también puede pasar que a pesar de haber roto aguas no se active nada y se termine induciendo el parto. 

Una de las cosas que se explican en los cursos de preparación al parto (incluido el nuestro) es cuándo ir al hospital: contracciones regulares, rotura de aguas, sangrado, etcétera. Pero ¿cómo podemos saber si hemos roto aguas? Precisamente uno de los miedos de muchas embarazadas es no darse cuenta de ello. Algunas incluso evitan bañarse en la piscina las últimas semanas por si acaso, ¡con lo bien que se está como pez en el agua! Vamos a salir de dudas. 

Película americana. Nueva York, taxi amarillo. Mujer embarazada que rompe aguas dentro del taxi. Litros de agua, taxi empapado. La imagen más típica es similar a ésta, aunque no haya taxi amarillo. Cuando se rompe la bolsa, lo más habitual es empaparse, o incluso dejar algún charquito. De golpe, un líquido caliente baja entre las piernas sin que se pueda controlar. El líquido amniótico tiene un olor especial, y suele ser claro, prácticamente transparente, como el agua. Si el bebé ha hecho meconio, puede ser verdoso o amarronado, y en este caso es importante no demorar la atención médica. También puede arrastrar restos de tapón mucoso o algo de sangre si se ha empezado a dilatar (pero no debería estar teñido de rojo). 

Otra cosa que puede ocurrir es que se vaya perdiendo líquido poco a poco, porque el poro de la bolsa sea pequeño, o porque la presión de la cabecita del bebé sobre el cuello del útero no deje escapar demasiado líquido de golpe. Inicialmente se pueden tener dudas, pero según la mujer se va moviendo va goteando, ahora un poquito, ahora otro poquito, y cuando ya ha mojado tres veces la braguita acaba sospechando que ha roto aguas. Si esto ocurre estando en remojo en la piscina, no pasa nada: al salir se seguirá perdiendo líquido. Cuando el grifo se abre, ya no se cierra, y la pérdida de líquido es constante. No darse cuenta para nada, ni tan solo con el paso de las horas, francamente, es difícil. Y, si realmente ocurre, en muchas ocasiones se acaba desencadenando el parto a continuación. 

De hecho, es más frecuente la situación contraria: pensar que se ha roto la bolsa y que no sea así. Al final del embarazo el flujo vaginal es más abundante, más claro y menos espeso, de modo que se puede llegar a mojar un poco la ropa interior, confundiéndose con la rotura de la bolsa. Cuando es flujo, la mancha en la braguita suele ser más blanquecina y estar más o menos delimitada, y si se va sin ropa no se gotea. Otro factor de confusión es un escape de orina, algo muy frecuente en el tercer trimestre del embarazo. A veces al levantarse, o al hacer algún esfuerzo, se puede escapar algo de pipí, mojando la ropa interior. La pérdida de orina es algo puntual, a diferencia de la rotura de aguas, en la que el goteo es más o menos constante y totalmente involuntario e incontrolable. 

¿Qué hacer en caso de dudas?

Hay dos opciones: consultar directamente, o primero observar un rato, colocarse una compresa y ver cómo evoluciona la pérdida, y si persisten las dudas consultar. Mediante una exploración se puede observar el cuello del útero, viendo si sale líquido, y si aun así no queda claro hay diferentes pruebas complementarias para salir de dudas. De entrada, se puede valorar el pH de la vagina: el flujo normal tiene un pH ácido, y en cambio el líquido amniótico lo tiene más alcalino. Alteraciones de la flora o infecciones vaginales pueden alterar el pH, dando lugar a confusión (y además hacen que aumente el flujo), igual que la presencia de sangre, de modo que si se sigue dudando también se puede hacer un test específico que detecta específicamente la presencia de líquido amniótico. Todo esto ya nos toca a los profesionales, así que, si no se ve claro, lo mejor es acudir al hospital y echar un vistazo. No hay que tener vergüenza de pecar de primeriza ni miedo a hacer el ridículo, es algo más habitual de lo que la gente piensa: en cada guardia tenemos algún caso de supuesta bolsa rota que en realidad no lo es.

 

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