Cuando leemos los informes de las ecografías, al lado del peso del bebé suele haber un percentil: 30, 40, 12, 63… ¿Qué significa? En este artículo os lo explico. 

Con una ecografía se puede calcular el peso aproximado del bebé midiéndole la cabeza, el abdomen y el fémur. No es el peso exacto, simplemente una estimación, y el margen de error es mayor a medida que avanza el embarazo (unos 500 gramos a las 40 semanas). Por ejemplo, un feto de 34 semanas pesa alrededor de 2400 gramos, pero puede oscilar, siendo también normales pesos de 2000 y 2800 gramos. Si le sumamos un quilo, más o menos podemos tener una idea de lo que pesará a las 40 semanas: si por ejemplo a las 34 semanas estimamos un peso de 2500 gramos, a las 40 semanas serán unos 3500 (entre 3300 y 3700 gramos aproximadamente). 

¿Qué es un percentil?

El percentil es un concepto estadístico, y tiene la finalidad de comparar a los miembros de un grupo entre ellos, ordenándolos. Se pueden aplicar a medidas como el peso o la altura, pero también en otras situaciones como las notas de un examen dentro de un grupo de alumnos. Lo que nos dice un percentil es, básicamente, qué porcentaje de miembros del grupo se tiene por debajo. En el caso de las ecografías obstétricas, el percentil nos indica si un bebé es grande o pequeño en comparación con el resto de su misma edad y sexo. ¿Cómo sabemos a qué percentil corresponde cada peso? A base de medir el peso de muchos fetos, se crean tablas de normalidad para cada semana de gestación y sexo, y a partir de ellas se establecen los percentiles. 

Si el percentil es el porcentaje de miembros del grupo que se tienen por debajo, en el caso de las ecografías, un feto en un percentil 40 de crecimiento tiene el 40% de fetos de su misma edad y sexo con un peso inferior al suyo, y el 60% por encima. El que está en el percentil 70 es más grande, porque tiene el 70% por debajo, y solo el 30% por encima. Pero ambos tienen un peso normal. Se consideran pequeños los fetos que están por debajo del percentil 10, y grandes los que están por encima del 97. 

¿De qué depende el crecimiento de un feto?

Principalmente de su genética, que marcará su potencial de crecimiento, como en el caso de los adultos. Además, se añaden otros factores como la alimentación de la madre, el consumo de tabaco, y patologías como la hipertensión arterial o la diabetes. En general, los fetos se encuentran en un percentil bastante parecido al que ocupan sus padres en el grupo de población adulta. A menudo los pesos entre hermanos, hechos con la misma receta y el mismo molde, son similares. 

 

¿Para qué sirven los percentiles?

Los percentiles son una buena herramienta para saber si un feto va creciendo de forma normal. Cuando se acercan a la media dan tranquilidad, pero cuando se aproximan a zonas fronterizas pueden dar un poco de agobio a las familias, sobre todo en el caso de percentiles bajos. También hay madres y padres que se alarman ante un percentil 20, aunque sea normal. No hay que olvidar que una ecografía no es una báscula, y el peso estimado es precisamente esto: una estimación. 

Los percentiles volverán a salir en la primera visita al pediatra con el bebé, y en las que vendrán a continuación: peso, talla, perímetro craneal… 

¿Qué pasa si un feto es demasiado pequeño?

Esto ocurre cuando el peso estimado por ecografía está por debajo del percentil 10. Dentro de éstos hay dos grupos. Por un lado están los fetos pequeños para edad gestacional (PEG), que se encuentran por encima del percentil 3, tienen un funcionamiento placentario correcto y no suelen dar problemas. Generalmente son hijos de progenitores no muy grandes, y genéticamente ya les toca ser así. Por otro lado están los fetos con crecimiento uterino retardado (CIR), que son los que están por debajo del percentil 3 y/o tienen un funcionamiento anormal de la placenta, cosa que se traduce en alteraciones del estudio Doppler en la ecografía. Ambas entidades, aunque engloben a bebés pequeños, tienen un abordaje y un seguimiento distinto. 

Todo esto implica más ecografías, y a veces alguna que otra prueba complementaria más, de modo que puede generar angustia a la familia. Hay que pensar que, aunque haya más vigilancia, muchas cosas se hacen por precaución, y para corroborar que el bebé está sano. 

¿Y si es demasiado grande?

Aquí el principal miedo de la madre es si podrá parir bien. Es cierto que es más fácil parir a un bebé de tres quilos que a uno de cuatro, pero muchas mujeres pueden parir a uno de cuatro sin problemas, y también las hay que no consiguen parir uno de dos y medio. Solo se plantea la cesárea electiva, es decir, sin que la madre se haya puesto de parto, en el caso de pesos muy elevados. 

Muchos bebés grandotes tienen padres grandes, y les toca ser así por genética, pero también intervienen otros factores como la obesidad de la madre, un aumento de peso excesivo durante el embarazo o la diabetes mal controlada. ¿Merece la pena buscar una diabetes gestacional ante un feto grande a las 35 semanas por ejemplo? Sí, porque si llegamos al parto con un buen control de los niveles de azúcar reducimos la probabilidad de que el bebé no regule bien la glucosa durante sus primeras horas de vida. 

A veces los fetos grandes se detectan en la ecografía del tercer trimestre, pero en ocasiones no llaman la atención y nos sorprenden el día del parto. En definitiva, no podemos olvidar que las ecografías solo estiman el peso, sin que éste sea exacto, y más al final del embarazo. No es infrecuente inducir un parto por feto pequeño y que nazca una criatura de 3200 gramos, o hacerlo por sospecha de feto grande y que salga con 3500g. A día de hoy no tenemos una herramienta más exacta y, aunque hay quien piensa que se actúa de manera excesivamente defensiva, en Obstetricia nos jugamos tanto que a menudo es mejor hacer de más que de menos.

 

Puedes comprar los productos relacionados con este post aquí: https://www.matertraining.com/matermarket/gestagyn-embarazo-30-capsulas/