Llevo mucho tiempo pensando en escribir este artículo y en cómo enfocarlo, sé que no tiene nada que ver con la maternidad, ni con el posparto, ni la lactancia, pero sí con la salud. Siento necesidad de explicar a los seguidores de Matertraining una realidad que es perturbadora y preocupante. No voy a andar con rodeos: el diagnóstico de enfermedades de transmisión sexual se ha doblado de 2016 al 2017 y según dicen los datos preliminares del 2018, no parece que esto esté mejorando.

Esto leído en un artículo impresiona sí, pero cuando acabo de leerlo y vuelvo a mi rutina, se queda almacenado y lo olvido. Sin embargo, cuando constantemente me encuentro resultados de enfermedades de transmisión (ETS) en los resultados de mis pacientes es cuando recuerdo el artículo y digo…pues sí, parece que sí. Es cierto, las ETS son cada vez más frecuentes.

Hasta hace unos 2 o 3 años era anecdótico encontrar resultados de sífilis, gonorrea o herpes en las pacientes, al menos en mi área de trabajo. Sin embargo, ahora esto es muy frecuente, sí, muy frecuente. Chicas cada vez más jóvenes con ETS que cuando les dices el diagnóstico no acaban de entender muy bien lo que les dices. Chicas que cuando les preguntas por el uso del preservativo, se ríen y te dicen que sí o que no, banalizando su uso, o al menos dando sensación de banalización.

No dejo de asombrarme cuando sé que estas chicas reciben educación sexual en sus escuelas, institutos, que tienen padres modernos, informados y dispuestos a hablar con sus hijos de educación sexual y que disponen de internet! Esa herramienta tan útil para obtener información y sobretodo, información sexual.

 

Pero no quiero ser cínica. Veamos punto por punto de lo que hablamos. Hablamos de jóvenes que da la sensación que de forma general trivializan su vida sexual. No voy a entrar en cuestiones religiosas, culturales ni hacer juicios de valor. El inicio de relaciones sexuales en nuestro país son los 16 años, el uso de preservativo en sus relaciones no alcanza el 50 % y todo esto en un momento histórico y en una sociedad en la que se da información sobre el sexo. A diferencia de otros lugares del mundo, otras culturas u otros momentos de nuestra historia.

Vayamos más allá, nuestros jóvenes reciben información, pero no una correcta educación sexual. Desde mi punto de vista y desde las sociedades que se encargan del estudio de la sexología, la salud y la psicología en la falta de educación sexual, radica el repunte de enfermedades de transmisión sexual.

Desde el lema de “todo vale” se asumen situaciones de riesgo innecesarios.  Que quede claro que yo creo que, en sexualidad, siempre que se respete los derechos de los individuos, no se abuse, no se agreda y no se asuman riesgos innnecesarios, es cierto, todo vale, porque no. No quiero juzgar la vida sexual, ni las prácticas sexuales de nadie. Pero siempre y cuando se vele por los derechos de las personas.

Cuando una menor de edad te explica que ha mantenido relaciones sexuales por primera vez sin ningún tipo de protección y que además ha sido con alguien que ha conocido en una red social y con la que no tiene más contacto que el virtual y además, de esta relación se ha llevado una infección por herpes genital… no puedo evitar asombrarme. Sin embargo, no quiero entrar en cuestiones morales, ni prejuicios, no quiero decir si está bien o si está mal… sólo quiero reflexionar que somos testigos de cambios sociales y sociológicos y que no podemos evitar que la sexualidad evolucione cómo lo hace la sociedad. Pero sí podemos y debemos, evitar lo evitable.

La misma historia sin el desenlace en forma de enfermedad venérea es una forma de relación interpersonal que cada vez es más frecuente. Tenemos la suerte de vivir en una sociedad donde quienes la formamos somos libres de tener relaciones sexuales, emocionales o del tipo que sean con la persona que nos parezca adecuado. Este no es el problema.

El problema creo que radica en la banalización del riesgo de transmisión de enfermedades por vía sexual.  La generación que crecimos con el pánico al SIDA, los carteles que recitaban en todos los lugares (desde el pasillo del cole, pasando por el metro y acabando en los ambulatorios) el famoso “póntelo, pónselo” creo que somos más conscientes de que hay enfermedades de transmisión como el SIDA que podían matarte. De hecho, hace poco Freddy Mercury hubiese celebrado un nuevo cumpleaños. Sin embargo, como todos sabéis, moría en los 80 y sacudiendo al mundo con un comunicado 24 horas antes, confesando que tenía SIDA.

Por suerte casi 40 años después, el SIDA se trata, al menos en nuestro medio y se ha convertido en una enfermedad que no impide realizar una vida normal. Ha perdido el impacto que tenía en la opinión pública años atrás.

Pero hay otras ETS, otras con tanto riesgo o más de producir secuelas irremediables o incluso, de causar la muerte a quien la padece y de ellas no se habla.

Gonorrea, chlamydia, sífilis, herpes, condilomas, virus del papiloma humano, etc conforman un largo listado de enfermedades venéreas que a largo plazo pueden producir problemas serios de salud. Se puede afectar la fertilidad en el caso de sufrir una inflamación de las trompas con chlamydia o gonorrea o sufrir dolor pélvico crónico. La sífilis puede dar malformaciones en el feto o llevar a una afectación neurológica grave si no es tratada adecuadamente. El herpes puede generar brotes de llagas en la vulva y vagina de forma recurrente y estas producen dolor y se puede repetir durante toda la vida. El virus de papiloma en algunas de sus presentaciones puede ser causante de verrugas genitales y en otras ocasiones en lesiones precursoras de cáncer de cérvix (cuello de útero) y como pasa desapercibido, si no hacemos las revisiones adecuadas, puede ser causante de cáncer de cérvix.

Sin intención de hacer correr el pánico entre los lectores, sólo quiero decir que contraer una ETS en un momento dado, puede ser causa de problemas más o menos graves de por vida. Que por tanto, el uso de preservativo no debe abandonarse.

En chicas jóvenes se recomienda el doble método anticonceptivo: uso de anticonceptivo hormonal en el formato que se desee (pastilla vía oral, parche transdérmico o anillo vaginal) y preservativo. Para protegerse de un eventual embarazo y de la transmisión de enfermedades.

Por otro lado, si hablamos de información sexual en la red, por desgracia, hablamos de pornografía y de poca o nula educación sexual.

La pornografía no es un buen ejemplo de relación sexual y por desgracia es el modelo de muchas personas… Esto genera importantes problemas de autoestima, modelos irreales tanto para ellos como para ellas, mujeres siempre dispuestas, hombres siempre dispuestos, sin entrar en detalles, la vida real todos sabemos que es otra cosa.

Así que, tanto por la falta de educación sexual como por la presencia de modelos erróneos o irreales, la evolución de las relaciones interpersonales y algún otro factor que no recuerdo, estamos viviendo un momento de alto riesgo de transmisión de enfermedades venéreas. No debemos dejar pasar la oportunidad para ponerle remedio, mejorando en educación y en información para nuestros jóvenes, niños y para nosotros mismos, que seguro que lo agracederemos.