Y, de repente, se hace el vacío en tu interior, tu barriga se hunde y lo tocas con tus manos. En ese instante el mundo se paraliza y los sonidos se vuelven absolutamente lejanos. Tus cinco sentidos están abiertos de par en par. Ese tacto húmedo, caliente, suave, dulce, no lo olvidarás jamás. Tu bebé acaba de nacer, lo tienes encima, piel con piel, dándoos calor mutuamente y con vuestros corazones latiendo con fuerza. Sabes que le querrás siempre, y lo último que quieres es soltarlo. Te da igual saber cuánto pesa, o si tiene sus veinte dedos. Solo le quieres contigo, pegado a tu piel. Aunque el parto haya sido largo o corto, cerca o lejos de tus expectativas, vaginal o por cesárea, con o sin puntos… este momento es mágico y no lo olvidarás jamás, por mucho que pasen los años, y la expresión de tu cara no se podrá describir con palabras.
Más allá de la sensación placentera y agradable, el contacto piel con piel entre el bebé y su madre tiene beneficios para ambos. Es posible en casi todos los partos, ya sean vaginales o por cesárea, siempre y cuando tanto la madre como el bebé se encuentren bien de salud. Para el bebé, permanecer encima de su madre le ayuda a regular la temperatura corporal (unos minutos antes vivía en un ambiente bastante más cálido), adaptándose con más facilidad a la vida extrauterina y disminuyendo el estrés. Además, influye en el establecimiento del vínculo materno-filial y facilita el inicio de la lactancia materna: el bebé es capaz de reptar hacia el pezón y succionar. Durante este rato (que dura aproximadamente dos horas) veremos un bebé en un estado que denominamos “de alerta tranquila”, que apenas llora, y que va abriendo los ojos y descubriendo que ya ha nacido.
La madre, mientras, está segregando oxitocina, una hormona indispensable en esta etapa. De entrada, es la encargada de producir contracciones en el útero que permitirán la expulsión de la placenta y evitarán un sangrado excesivo. Además, juega un papel importante en la emisión de calostro, y posteriormente en la subida de la leche, y genera sensación de bienestar (de ahí que haya sido bautizada como “la hormona del amor”).
A día de hoy prácticamente todo el mundo está convencido de la importancia del contacto inmediato piel con piel entre madre y bebé nada más nacer. Los profesionales lo incentivamos, y las madres lo tienen claro y lo solicitan en sus planes de nacimiento. De hecho en nuestros cursos online de preparación al parto hacemos mucho hincapié en este tema, en sus beneficios y en el derecho de las madres a no separarse de sus bebés si no es estrictamente necesario. ¡Ya sabéis que nuestra misión es informar a las futuras madres para que construyan sus expectativas y tomen sus propias decisiones!
Pero, si es tan beneficioso, ¿por qué limitarlo a esas dos horas posteriores al nacimiento? Para una madre, estar piel con piel con su bebé es agradable siempre. Y el bebé, en contacto con su madre, se siente seguro, se calma, llora menos y tiene a su alcance todo lo que necesita. A diario vemos madres que nos cuentan que no consiguen dejar al bebé ni un segundo, que aunque esté profundamente dormido es oler la cuna y ponerse a llorar desconsoladamente. No es que les haya tocado un bebé malo o que lo hayan malacostumbrado, es que los bebés necesitan el contacto y la proximidad de su madre para tener sus necesidades cubiertas. En la cuna no saben si les rescatarán en cinco minutos o no vendrá nadie nunca jamás.
Una solución práctica para estos bebés que necesitan contacto constante es el porteo. Esto permite cosas tan sencillas como poner una lavadora, doblar ropa o simplemente sentarse en el sofá y descansar los brazos. Así como las mochilas son ideales para bebés de más de seis meses (aunque algunas se puedan usar desde el nacimiento), lo que más se adapta al cuerpo del recién nacido y permite la postura más óptima es el foulard o pañuelo de tela. Y, para quien quiera combinar el porteo con el contacto piel con piel (ideal para bebés de alta demanda o con mucha necesidad de contacto físico) y quedarse en la gloria, existen las camisetas de porteo, como la de los compañeros de Quokkababy1. Éstas son extremadamente fáciles de colocar, sin necesidad de nudos como los foulards, y además el bebé queda sujeto bien arriba, de modo que con ellas se puede portear incluso pocos días después de una cesárea. ¿Se puede estar más a gusto?
Las que ya habéis tenido a vuestros bebés, ¿verdad que no os quitáis de la mente esta sensación tan placentera de tenerlo sobre vuestra piel?
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