Volvemos de las vacaciones con una nueva entrada de blog dedicada a todas aquellas familias que han visto como lo que tanto deseaban se convierte en una realidad que no esperaban.
Por desgracia no siempre los embarazos transcurren tal y como esperamos. A veces el camino para conseguir el tan anhelado recién nacido se convierte en una auténtica carrera de fondo y por desgracia la carrera de fondo se acaba antes de llegar a la meta.
Esta última semana he recibido muchas pacientes en esta situación. Supongo que siempre ocurre, de hecho estamos preparados como profesionales para atender todo tipo de situaciones. Pero hay situaciones para las que no te puedes preparar, sabemos qué hacer técnicamente pero nos faltan las palabras para poder consolar a estas mujeres. Mujeres que por otro lado buscan el consuelo en forma de explicación médica sobre lo que ha ocurrido, y por desgracia, no siempre la tenemos.
Quiero dedicar este artículo a las mujeres que esta semana han aparecido en mi consulta para enseñarme una lección de valentía, fortaleza y madurez. Los pacientes vienen a nuestra consulta pidiendo asistencia médica, pero siempre hay algo más, que no es asistencial, es algo más que la visita médica. En situaciones de pérdida las pacientes buscan consuelo, explicaciones, ayuda para seguir adelante, consejo médico para emprender si es posible, una nueva ilusión. Pues bien, ha coincidido en el tiempo, pero he podido ver varias mujeres tras la pérdida de un embarazo durante esta última semana. Diferentes casos, diferentes semanas, diferentes causas y realidades muy distintas, pero siempre la misma entereza, la misma valentía, la misma fortaleza. Y una lección para el médico, no tengo miedo, necesito volver a empezar. Este mensaje me sobrecoge, es lógico, debéis pensar que es lo que toca, pero no es fácil y por ello me sobrecoge la entereza y la fuerza. Cada una de ellas tiene un motivo para seguir adelante, su ilusión, su deseo, sus familias, sus hijos mayores, pero la fortaleza y el optimismo es el mismo. Por eso les quiero dedicar estas líneas.
Entre ellas he visto mujeres que han perdido sus embarazos en diferentes semanas, mujeres que han decidido poner fin a sus embarazos, mujeres que han perdido a alguno de sus hijos y mujeres que luchan desde una cama de hospital por conseguir que sus bebés salgan adelante, sin saber qué va a ocurrir mañana.
Y es que cuando iniciamos el camino de ser padres, no pensamos en que algo puede ir mal. Podemos tener miedo, podemos pensar qué puede pasar pero una situación así es un cambio radical, un cambio de situación de la mayor ilusión a la mayor desilusión y desolación.
No por ello quiero dar un mensaje alarmista, no! La vida es así y hay que intentar vivirla como mejor podamos. Disfrutar de los momentos buenos e intentar aguantar en los malos porque finalmente pasarán. Pero no puedo dejar de alabar la entereza de todas esas mujeres y sus familias que la vida les lleva a pasar por situaciones con las que no contaban.
Termino parafraseando una paciente que he visto durante esta semana:
“Si hay algo que me llevo de todo este tiempo de sufrimiento es la lección de vida que mi marido y yo hemos aprendido. No podemos tener todo aquello que queremos o al menos no de la manera que nosotros habíamos imaginado. Hasta aquel día creíamos que sí. La vida a veces nos lleva a situaciones que ni sabíamos que ocurrían y nos pone en contacto con personas que no hubiésemos conocido de otra manera. Me quedo con la humanidad con la que me han tratado, lo bien atendida y sobretodo, lo acompañada que me he sentido en todo este proceso. Y aunque nunca lo podré tener conmigo, sé que una personita me acompañará hasta el fin de mis días”
Tras esto, sólo puedo dar gracias a esta mujer por hacerme partícipe de esta reflexión.
Sobre esto no tenemos información, puesto que nadie se puede preparar para perder un embarazo. Pero he querido escribir este artículo para dedicárselo a estas mujeres y a sus familias.
Sonia, gracias por este post y por dar voz a una situación que parece inexistente cuando en realidad es mucho más común de lo que pensamos. Hasta que no dices “he abortado” no te enteras de toda la gente de tu alrededor que ha pasado por lo mismo, siempre en silencio, como ocultándolo y sin mencionarlo según pasa el tiempo.
Aprovecho para agradecerte también la delicadeza de tus palabras y el calor que me transmitiste al acompañarme en este proceso. Recuerdo que me cogiste de la mano y me dijiste “voy a explicarte lo que va a pasar ahora”. Gracias por tu tranquilidad, transparencia y honestidad. Creo que eso es algo que también falta en nuestro entorno, no hablamos del aborto ni de lo que implica para quién lo vive ni de lo que sucede realmente en las horas y meses posteriores.
Tuve la suerte de vivir con la Dra. Rodellar un momento mágico hace casi 3 años cuando nació mi pequeña Gala y por desgracia viví contigo un día bastante feo que con el tiempo he aprendido que no tengo que “olvidar” ni “superar”, sino “integrar” dentro de mí para seguir construyendo la vida que quiero. ¡Gracias por tu profesionalidad y cariño!