En muchas ocasiones los bebés se colocan de forma anómala dentro de las barrigas de sus madres. El ejemplo más típico son los bebes que se colocan en podálica (es decir, que se colocan con las nalgas/culo hacia la parte más baja, sentados). Los partos en este tipo de presentación presenta un mayor riesgo y la mayoría de ginecólogos opta por hacer una cesárea programada alrededor de la semana 39, si el bebé aún no se ha girado.

Sin embargo, en algunos centros como en nuestro hospital (H. General de Catalunya) se ofrece una maniobra cada vez más popular entre los ginecólogos: la versión cefálica externa. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) y las principales sociedades científicas del mundo la recomiendan.

Para los que nunca hayáis oído hablar de ella, consiste en manipular la barriga de la madre para conseguir girar a los niños que vienen de nalgas y lograr un parto vaginal, siempre bajo control ecográfico para controlar la seguridad del procedimiento.

¿Cómo se realiza?

Se programan a las embarazadas en paritorio, alrededor de la semana 37 (deben cumplir una serie de requisitos, como tener líquido suficiente o no tener ninguna cicatriz uterina previa). Cuando llegan, se comprueba por ecografía que el bebé sigue en presentación podálica, y si es así se inicia el procedimiento.

Lo primero que hacemos es monitorizar al bebé y colocar una vía en el brazo de la madre para administrarle una medicación que relajará el útero. Hay que tener en cuenta que el útero es un músculo potente y si no lo relajamos puede iniciar contracciones, hecho que dificultaría mucho el proceso.

Una vez hemos conseguido tener el útero relajado y hemos asegurado en bienestar del bebé, se coloca la madre estirada boca arriba con la cabeza ligeramente más baja que la pelvis ( hecho que facilitará que las nalgas del bebé salgan de la pelvis materna). El ginecólogo/a coloca una mano en la zona donde están las nalgas y la otra en la espalda y cabeza del bebé, y lo empuja desde el culo para que el niño dé una vuelta hacia delante (“como una voltereta”). Habrá otro ginecólogo controlando en todo momento con una ecografía el bienestar del bebé y la evolución de la maniobra.

La mayoría de protocolos marcan que se pueden hacer un máximo de 3 intentos; si cumplidos éstos no se ha conseguido que el bebé gire, se programará una cesárea. La tasa de éxito ronda el 50%, variando entre los diferentes centros que la practican. El éxito es mayor en mujeres que ya han parido previamente y en fetos de menor peso.

¿Es una maniobra inocua? ¿Existen complicaciones?

La realidad es que, en manos expertas, se considera una maniobra segura y la propia OMS la cataloga con un nivel de recomendación A. La mayoría de complicaciones que se presentan son escasas y leves. La más frecuente es el dolor materno, es una maniobra que requiere de presión en el abdomen de la madre y en ocasiones puede resultar doloroso. Es por ello que en algunos centros la realizan bajo anestesia peridural.

Dentro de las complicaciones, aunque son infrecuentes, se encuentra la ruptura de membranas (“romper aguas”) o el inicio de trabajo de parto.  Aún menos habitual es el temido desprendimiento de placenta o el sufrimiento fetal, que harían que se realizase una cesárea emergente en ese mismo momento. Estas complicaciones son el motivo por el que esta maniobra se debe realizar en un hospital, cerca del quirófano de partos, con personal entrenado y siempre a partir de la semana 37 de gestación.

Desde el equipo de Mater Training os queremos animar a buscar siempre información sobre todos los temas que os preocupen. Si es vuestro caso, y vuestro ginecólogo os ha dicho que el bebé se ha colocado de nalgas, no dudéis en pedir más información sobre las diferentes alternativas que existen. Sois vosotras, con vuestras parejas, y después de recibir toda la información, quienes tenéis que decidir qué procedimiento queréis llevar a cabo.