balançaEn las visitas de seguimiento del embarazo hacemos ecografías, pedimos analíticas y comentamos sus resultados, resolvemos dudas… pero siempre, siempre pesamos a la paciente y le tomamos la tensión arterial. ¿Lo hacemos para que parezca que hacemos algo o porque realmente es importante? Hoy hablaremos sobre el peso, y otro día ya nos dedicaremos al tema de la tensión.

Una visita obstétrica puede durar cinco minutos o más de media hora, según la complejidad del caso, las dudas que pueda tener la mujer y el tiempo del que disponga el profesional. Y, de este tiempo, una parte se dedica a comentar el resultado de lo se ha observado en la báscula… y es que la báscula es una gran fuente de polémica, incluso a veces hasta parece que tenga pinchos, que muerda o que vayamos a hacer pagar por cada quilo de más. De entrada todo el mundo se descalza, como si los zapatos llevasen plomo en las suelas… pero realmente si una se pesa siempre con zapatos, el aumento global, que es el que cuenta, será el mismo que si lo hace siempre descalza.

Después de la báscula vienen caras de sorpresa… “¡pero si yo no como tanto!”. Existe un terror generalizado al aumento de peso, y muchas embarazadas se sienten culpables por ello. Todas las mujeres, salvo excepciones muy concretas (obesidades mórbidas, determinadas patologías), aumentan de peso durante el embarazo, es algo normal e inevitable, y no es lo mismo aumentar de peso que engordar. La mayoría de gestantes lo hacen de forma normal, y en los extremos tenemos los incrementos excesivos o escasos, cada uno con sus consecuencias.

¿Por qué aumentamos de peso durante el embarazo?

El peso que se gana en el embarazo incluye el correspondiente al feto, al líquido amniótico, a la placenta, al aumento del volumen de sangre circulante, a la retención de líquidos, a la acumulación de grasa y al aumento del volumen del útero y de los pechos.

Así pues, cuando hay un aumento excesivo de peso la causa puede ser un bebé grande, un exceso de líquido amniótico, que se estén reteniendo más líquidos de lo habitual o que la mujer esté comiendo demasiado y esté almacenando demasiado grasa. Los profesionales, antes de “echar la bronca” de forma sistemática a una mujer que ha cogido más peso del que nos gustaría, debemos descartar que no estemos delante de una retención de líquidos patológica o incluso un error de la báscula.

¿Cuál es el aumento de peso ideal en un embarazo?

No podemos meter a todas las embarazadas en el mismo saco, pesen lo que pesen previamente. Y es que el aumento de pes ideal a lo largo de un embarazo depende del peso inicial de cada mujer. Bien, más que del peso, de su índice de masa corporal (IMC), que es el resultado de dividir el peso por la altura elevada al cuadrado. De este modo se han establecido unas categorías de aumento de peso máximo en función del IMC materno, publicadas en Estados Unidos en el año 2009.

 

¿Qué consecuencias tiene un incremento excesivo de peso a lo largo del embarazo?

De entrada, aproximadamente el 20% de las mujeres ya tienen sobrepeso en el momento en el que se quedan embarazadas. Es algo tan habitual que no se le da la debida importancia, y no hay consciencia de su riesgo real. Muchas dejan de fumar antes de buscar embarazo, pero en cambio pocas se plantean perder peso en caso de sobrarles unos cuantos quilos.

El feto se alimenta de los nutrientes que le proporciona su madre a través de la placenta, que reflejan lo que come ella. Si la madre tiene una dieta con un exceso calórico, sobre todo en forma de grasas y azúcares, el bebé crecerá más. Y esto no es un mito, sino que hay estudios científicos que evidencian una relación entre el aumento de peso de la madre y el peso del bebé al nacer. Además, esta exposición a un exceso de calorías ya desde la vida fetal hace hincapié en la secreción de determinadas hormonas, dando una mayor facilidad para presentar problemas de obesidad, diabetes o resistencia a la insulina en la vida adulta.

A su vez, un peso fetal excesivo implica un mayor riesgo de complicaciones en el parto como la dificultad de paso por el canal del parto, necesidad de cesárea o lesiones del suelo pélvico. Y es que no es lo mismo parir un bebé de tres quilos que uno de cuatro. Y a todo esto le añadimos que una madre que aumenta demasiado de peso tiene más riesgo de presentar patologías como la diabetes gestacional.

Esto no significa que debamos poner a nuestros bebés a dieta antes de nacer, pero sí que debemos tener en cuenta que el hecho de tener una dieta equilibrada con un aporte calórico óptimo beneficia tanto a la madre como al bebé. Después del parto se pierden los quilos correspondientes al feto, a la placenta, al líquido amniótico, etcétera, pero las reservas de grasa acumuladas ya no son tan sencillas de eliminar.

 

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¿Qué ocurre con un incremento demasiado escaso de peso?

Ya hemos dicho que el feto come lo que come su madre. Una mujer que no esté recibiendo las calorías suficientes está en riesgo de tener un bebé de bajo peso. Por no hablar de lo poco saludable que es la malnutrición.

Ante una madre que no gana suficiente peso, primero hemos de valorar si partía de un peso excesivo y por tanto no le toca coger demasiados quilos. Y, en segundo lugar, hemos de descartar que no estemos delante de un trastorno de la conducta alimentaria (anorexia, bulimia, etc) que esté dando la cara en el embarazo (lo cual no es un hecho extraño, ya que la gestación implica un aumento de peso y un cambio en el aspecto corporal, pudiendo ocasionar una verdadera fobia en mujeres susceptibles o con trastornos previos). Descartado todo esto, lo más habitual es que no se esté comiendo adecuadamente por falta de información.

 

A modo de conclusión, recordemos que a lo largo del embarazo se aumenta de peso. Este aumento ha de ser gradual y progresivo, no cinco quilos de golpe y después frenando poniéndose una a dieta. No hay que comer por dos, ya que el feto no tiene las necesidades nutricionales de un adulto, y no necesita 2000 calorías diarias para desarrollarse. Simplemente debemos aumentar un poco las raciones y realizar cinco comidas diarias. Todo el mundo sabe que por lo general ganar veinte quilos en nueve meses no es lo más sano del mundo, y que luego no se pierden con tanta facilidad. Del mismo modo que casi todos sabemos qué comidas son más saludables y cuáles no lo son tanto.

Por tanto, espero que quien me lea entienda por qué los obstetras y comadronas pesamos a nuestras pacientes en la consulta y por qué les aconsejamos evitar una ingesta excesiva de calorías que les haría ganar más peso de lo normal. Además, comiendo sano tendremos mejores digestiones y adquiriremos unos buenos hábitos alimentarios que más adelante transmitiremos a nuestros hijos.