La pandemia de Covid19 está afectándonos de muchas maneras. A nuestra salud: cada día hay más contagios y por desgracia, vuelven los ingresos en UCI, fallecimientos… También a nuestra economía, ERTE, autónomos que no pueden trabajar, teletrabajo sin opción a conciliación, cierres de empresas, despidos… Y por supuesto, a nuestra existencia. Con las relaciones sociales limitadas, el miedo al contagio, la imposibilidad de viajar, de movernos con total libertad…No es infrecuente ver a nuestro alrededor, situaciones de ansiedad, desasosiego, incertidumbre…

 

Pero la vida sigue. Por suerte, la vida sigue, se abre camino y nosotros/as, los obstetras seguimos trabajando ayudando a nuestros pacientes a que su embarazo, parto y posparto transcurran con la mayor normalidad posible. Sin embargo, hay cosas que han cambiado.

Las visitas del embarazo en la mayoría de centros, se realizan sin acompañante. Sin embargo, no es así para todo tipo de visita. Por ejemplo, nosotros y en otros centros también es así, el acompañante que decida la paciente, puede estar durante las tres ecografías esenciales del embarazo:  1º, 2º y 3º trimestre. Así que, con el fin de mitigar las ausencias de la otra parte de la pareja durante estos tiempos nos inventamos los que haga falta: llamadas en directo para informar del sexo del bebé. Videollamadas para escuchar ese primer latido y todo lo que la tecnología nos permita. Sobres cerrados junto a las fotos de las ecografías con un post-it que dice: ¡es niño! O ¡es niña! Otra situación especial en la que, consideramos dejar pasar a un acompañante, si es posible, es si tenemos que informar sobre una mala noticia.

En el momento del parto, si la paciente es negativa y si no se sabe su estado serológico frente al covid19, pero no es sospechosa, está acompañada. Este acompañamiento, como explica la Dra. Laura Rodellar en nuestras Stories de Instagram , es convertirse en un pack de dos, indivisible, formado por la mujer que va a dar a luz y el acompañante que elija. El acompañante ingresa en Sala de Partos con la futura mamá y después en planta también. No puede haber cambios de acompañante durante todo ese tiempo y no pueden recibirse visitas en el hospital. De este modo se evitan contactos innecesarios con los profesionales responsables de la asistencia al parto y los propios pacientes. Minimizando el riesgo de contagio.

Otra pregunta frecuente es si se hacen estudios del estado serológico de las mujeres que van a dar a luz. La respuesta es que sí. Cuando una mujer ingresa para dar a luz se le cursa un estudio para determinar si es o no positiva. El tipo de test lo marca cada centro. Puede ser una PCR, un test de antígenos o unas serologías. De este modo sabemos si necesita aislamiento o si no, y el tipo de protección que necesita el personal sanitario. Cuando una paciente va a ingresar para una cesárea o una inducción, programadas, 48 horas antes del ingreso se realiza una determinación, con el objetivo de detectar de manera precoz las positivas y realizar correctamente el protocolo de atención a la paciente.

El uso de la mascarilla es otro tema que trae de cabeza y que da mucho miedo a las futuras madres. Su uso es obligatorio. Pero sólo si el personal sanitario está delante. Durante los ratos en que los pacientes y sus acompañantes están a solas, no es necesario. Durante el momento del expulsivo, en caso de ser negativas, se hace lo que se puede. No es infrecuente que le digamos a la paciente, quítate la mascarilla. Es incorrecto, sí. Pero en ese momento, aunque prima la seguridad de todos los allí presentes, entendemos que la paciente está sometida a un gran esfuerzo físico y si la mascarilla supone una barrera para una correcta respiración, se relajan las medidas por el bien de la madre.

Para acabar y a modo de reflexión, una preocupación que tengo yo y el resto de compañeros y compañeras, es que no nos veis la cara. Sólo los ojos, y en caso de estar vistiendo un equipo de protección integral (EPI), si estamos asistiendo a una paciente positiva para Covid19, casi ni tan siquiera se ven los ojos detrás de las gafas y la pantalla. Nuestros ojos y nuestra voz tienen que suplir todo esto. Es por ello que hacemos mil y un inventos para mejorar la comunicación. Tengo compañeras/os que se escriben su nombre bien grande encima de la identificación. Hay quien se escribe hola sobre la mascarilla. Yo hablo y explico y repito para que el mensaje quede bien claro, porque yo misma tengo dificultad para entender en alguna ocasión lo que me dicen.  Así que sonreímos con los ojos y gesticulamos con la voz.

Son tiempos difíciles por muchos motivos, pero debemos ver la parte buena, y este es un mensaje para los profesionales sanitarios que trabajan en Obstetricia: somos unos privilegiados, en una época oscura, somos testigos de la luz que trae consigo una nueva vida.  Compartimos la emoción y la alegría de nuestros pacientes y por ello debemos de esforzarnos todavía más, para que la mascarilla no sea un parapeto donde escondernos sino algo que pase desapercibido por el paciente que tenemos delante. Debemos seguir dando lo mejor de nosotros y nosotras para que ser madre y ser padre siga siendo un acontecimiento feliz a pesar de todo.