El jueves pasado, en el hospital, impartí una sesión clínica sobre lactancia materna para profesionales de diferentes especialidades titulada “Cuando la madre lactante va al médico”. Y es que en la carrera de Medicina se habla poco sobre lactancia materna, y la mayoría de especialistas tienen conocimientos vagos sobre el tema o saben lo que han aprendido tras sus experiencias personales. Por tanto, cuando llega el momento de visitar a una madre lactante fuera de la consulta de Ginecología pueden surgir dudas acerca de tratamientos, diagnósticos, qué hacer ante la necesidad de una cirugía, etcétera. En el post de hoy quiero hacer un pequeño resumen de esta sesión, que empezó con la siguiente imagen:

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¿Qué quiero ilustrar aquí? Lo que puede llegar a costar establecer una lactancia materna, alineándose una buena técnica, la ausencia de dolor, el soporte adecuado a esa madre, que el bebé engorde lo suficiente, confianza en la lactancia, y un largo etcétera… y lo poco que cuesta desmontarla y tirarlo todo por la borda. Un minuto es suficiente para cargarse una lactancia. Un mal consejo, una decisión no del todo correcta, una falta de información… en un abrir y cerrar de ojos puede irse todo al traste. Si todos los profesionales de la salud tuviesen claros cuatro conceptos básicos se salvarían muchas lactancias.

Pues bien, vamos a repasar los diferentes escenarios en los que se puede encontrar una madre que da el pecho y va al médico para una revisión o un problema de salud. Lo que necesita, sea un tratamiento, una prueba diagnóstica, una cirugía, etcétera, ¿es compatible con la lactancia? ¿Puede esta madre amamantar en este contexto? ¿Hay que suprimir la lactancia? ¿Cómo se hace? ¿A quién se puede recurrir en caso de duda?

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1. Madre que da el pecho y va al médico por otro tema pero expresa dudas sobre lactancia o dificultades

Aquí es importante que el profesional transmita información correcta. No es obligatorio saberlo todo, y a veces es más prudente dirigir a la mujer al ginecólogo/a, matrona o pediatra para un asesoramiento más completo. Los mensajes negativos, como por ejemplo “¿Quieres decir que tienes suficiente leche?” no ayudan demasiado.

2. Madre que da el pecho y necesita un medicamento

febre, tallar nad+¦Esta situación, para muchos médicos, implica dolor de barriga. ¿Qué le doy? ¿Seguro que es compatible? ¿Y si le pasa algo al bebé por mi decisión? Todos hemos visto mujeres dejarlo para tomarse un antiinflamatorio (compatible con la lactancia) por un dolor de espalda, o incluso condenadas a no tratar un problema de salud por miedo a perjudicar a su bebé.

Lo primero que hay que plantearse es si ese medicamento pasa a la leche, y si lo hace, si va a tener repercusión sobre la salud del bebé. Hay más fármacos compatibles con la lactancia que los que no lo son. Y, como la lista es larguísima, y ni tan solo los ginecólogos que manejamos este tema más a menudo nos la sabemos de memoria, podemos echar mano de recursos como e-lactancia (www.e-lactancia.org), una guía fantástica elaborada por pediatras que nos dice la seguridad o riesgo de cada fármaco, contraste radiológico, hierba, etcétera, y nos ofrece alternativas en caso de no ser del todo seguros.

3. Madre que da el pecho y necesita una prueba diagnóstica

Los rayos X no pasan a la leche materna, y los contrastes yodados son seguros. La mayoría de contrastes utilizados bony-a-la-mamaen resonancias magnéticas son también compatibles. Respecto a las gammagrafías, en las que se utilizan isótopos radioactivos, el tiempo necesario para eliminar éstos es variable, por lo que hay que consultar cada uno en concreto. Una vez más, podemos echar mano de e-lactancia.

A menudo mujeres que dan el pecho consultan por nódulos u otros síntomas que hacen necesaria una prueba de imagen sobre la mama. La mamografía es más difícil de interpretar durante la lactancia, y la prueba más utilizada es la ecografía, que se puede realizar sin problemas.

 

4.Madre que da el pecho y necesita una cirugía

dona-semi-despulladaAquí aparecen dos cuestiones: el tiempo que la madre va a pasar separada de su bebé y la seguridad de la anestesia. Si se trata de una cirugía programada, la madre puede extraerse leche durante los días previos y almacenarla para que otra persona pueda alimentar al bebé mientras ella no pueda estar con él. Pero si se trata de una cirugía urgente, por ejemplo una apendicitis, hay que garantizar la alimentación del bebé, y si no hay nada más habrá que recurrir a la leche de fórmula de forma puntual. Por este motivo no está de más tener siempre algo de leche materna en el congelador, para las urgencias que puedan surgir.

Respecto a la anestesia, cuando ésta es local o regional (por ejemplo la epidural) es totalmente segura. Y en caso de anestesia general la mayoría de fármacos utilizados son seguros, y la madre generalmente podrá dar el pecho cuando esté despierta (si se encuentra con fuerzas). Eso sí, durante las primeras horas, debido a la somnolencia que se suele tener, es recomendable evitar el colecho para prevenir accidentes.

 

5. Madre que da el pecho y necesita ingresar en el hospital

En este escenario los problemas son la posible separación de la madre y el bebé y la enfermedad que motiva el ingreso. Si la madre no tiene que permanecer en Cuidados Intensivos ni tiene una enfermedad que pueda poner en peligro a su bebé si están juntos (por ejemplo una tuberculosis activa) se puede plantear un ingreso conjunto en la plante de Maternidad, sobre todo en caso de bebés pequeños que no comen nada más. Si no pueden estar juntos, hay que garantizar tres cosas: la alimentación del bebé, el vaciado adecuado de los pechos para evitar complicaciones, y mantener la producción de leche de la madre para continuar con la lactancia cuando se recupere. Aquí tiene un papel importante el extractor de leche, del que disponen la mayoría de hospitales (y si no la madre puede llevarse el suyo). Si la lactancia materna es posible, la leche extraída se podrá administrar al bebé, y en caso contrario se desechará. También es sumamente importante escuchar a la madre y tener en cuenta su opinión.

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Y, por último, si necesitamos suprimir la lactancia porque la madre así lo decide, o su problema de salud o el tratamiento que necesita le impide dar el pecho a corto plazo, lo ideal es hacerlo de forma progresiva, vaciando el pecho cada vez menos a menudo para ir disminuyendo la producción poco a poco, pudiendo añadir pastillas supresoras de la lactancia. La restricción de líquidos y el sujetador apretado ya han pasado a la historia y no se recomiendan. Todos sabemos que la lactancia materna es lo mejor, pero a veces no puede ser, y no hay que sentirse culpable por ello. Lo que necesita un bebé, por encima de todo, es una madre con el mejor estado de salud posible que pueda cuidarle y darle todo el cariño que necesita.