La inducción del parto es un procedimiento que se utiliza para poner de parto a una embarazada cuando todavía no se ha desencadenado el trabajo de parto.

Este procedimiento es relativamente frecuente pero siempre tiene que estar justificado. Una idea asociada a la inducción es que permite elegir el momento para dar a luz.  Y esto durante mucho tiempo ha sido una opción para mujeres y también para ginecólog@s. No está mal tener los partos de nuestras pacientes programados y agendados, así el factor sorpresa del trabajo de parto, disminuye. Y el riesgo de tener que suspender nuestros planes o nuestro descanso nocturno, disminuye. Sin embargo, esto sólo debería ocurrir si es necesario por algún motivo médico. O bien, si por situación familiar o social es necesario.

Por ejemplo, imaginemos que somos una embarazada que vive lejos de su familia o su entorno de amistades y que su pareja viaja por trabajo y que no tiene a nadie que le haga soporte en caso de ponerse de parto, y tiene más hijos de los que nadie se puede encargar, pues no sería extraño programar el nacimiento del bebé en un momento que convenga a la familia. Esta es una situación extrema, debería limitarse a situaciones muy concretas, intentando buscar otras soluciones.

¿Por qué? ¿Es peligroso inducir el parto? No se trata de un procedimiento de riesgo, pero no debemos olvidar que cuando manipulamos e intervenimos en un proceso que de otra forma ocurriría igualmente, asumimos ciertas condiciones, a lo mejor no son un riesgo en sí, pero son evitables. Por ejemplo, hacer una cesárea es más frecuente en una inducción que en un trabajo de parto espontáneo. También el tiempo necesario para conseguir dar a luz, necesitamos más tiempo en una inducción. Y el proceso es vivido peor. Las mujeres que han pasado por una hablan de sus inducciones en general, como procedimientos largos, pesados y que se le hace desagradable. Esta vivencia empeora si, además, acaba en una cesárea.

Por todo esto, recomendamos tener paciencia y no hacer inducciones salvo que sea necesario.

En la consulta, no es lo más habitual, pero no es extraño que haya pacientes que nos pidan que intervengamos, que les provoquemos el parto, porque están cansadas, porque el final del embarazo es muy pesado: se descansa mal, estamos hinchadas, duele todo el cuerpo, y hay mujeres que ven en la inducción, una salida. Además de que se elimina el factor sorpresa y hay parejas que prefieren saber cómo y cuándo va a nacer su hij@.

 

Sin embargo, lo recomendado por todas las sociedades científicas después comparar miles de partos, y sus resultados en los porcentajes de cesáreas, resultados de los recién nacidos, etc, concluyen que la inducción del parto debe reservarse para situaciones médicas concretas.

Entonces, ¿cuándo me inducirán el parto? ¿me van a inducir el parto? La principal causa de inducción del parto en nuestro medio, es la gestación prolongada, que es aquel embarazo que llega a la semana 41, van pasando los días y no se produce el parto. Durante la semana 41 y sin pasar de la 42, se recomienda realizar una inducción del parto.  Esto se justifica en que sabemos, después de revisar miles de embarazos, partos y sus resultados, que los nacimientos que se producen más allá de la semana 42 se relacionan con peores resultados para los recién nacidos, con más ingresos en Unidades Neonatales.

Otras causas de inducción son los retrasos de crecimiento del embarazo. Hay embarazos en los que el feto no crece de manera adecuada. En función de la gravedad del retraso, se recomienda inducir el parto antes o después; incluso en casos graves, en semanas en las que el bebé es prematuro o directamente se recomienda hacer una cesárea. La justificación es que estos bebés necesitan nacer para alimentarse y oxigenarse bien, ya que dentro del útero no se oxigenan correctamente y tienen restricciones en la alimentación.

A veces otra situación que obliga a la inducción del parto es que la madre tenga una enfermedad: en este grupo entran mujeres diagnosticadas de trombofilia, diabetes mellitus o hipertensión arterial, entre otras … La justificación de la inducción es que el embarazo puede empeorar demasiado la enfermedad y provocar secuelas para la madre o bien que el bebé puede sufrir como consecuencia de la enfermedad.

En estos casos siempre se busca un equilibrio para el bien de la madre y del recién nacido. De manera que se induce cuando el recién nacido puede nacer sin problemas, es decir cuando no es prematuro y su nacimiento no comporte ningún riesgo.

Ya para acabar, otra situación para necesitar una inducción es romper la bolsa de las aguas sin empezar contracciones. Aquí la conducta depende de muchos factores: antecedentes y partos anteriores, horas de bolsa rota, bienestar del feto, etc. Para no complicarlo demasiado, podemos concluir que la paciencia suele ser la mejor opción si las condiciones lo permiten. Por eso existen protocolos que cada vez dan más tiempo antes de empezar la inducción, para dar más oportunidades de que se arranque el parto de forma natural.

Como ya sabéis nos podéis enviar vuestras preguntas y sugerencias porque seguro que así todos podremos aprender más y estaremos encantadas de resolver vuestras dudas.