Cuando se alumbra la placenta se ponen en marcha una serie de hormonas que hacen que el cuerpo de la madre comience su transición hacia un estado similar al de antes del embarazo. Bajan los estrógenos y la progesterona, y aumentan la prolactina, encargada de producir leche, y la oxitocina, que interviene en la eyección de la leche, en el retorno del útero a su tamaño original y en aspectos relacionados con el comportamiento.

Nos pasamos el embarazo pensando en cómo cuidarnos y preparándonos para el parto. Y, tras el nacimiento, la mayoría de miradas se centran en el bebé: pañales, llanto, sueño, alimentación… ¿Dónde queda la madre? ¿Alguien le ha explicado qué le está ocurriendo a su cuerpo? ¿Sabe que tendrá pérdidas vaginales durante un periodo de entre cuatro y seis semanas? Ya os digo que, a menudo, no. Cuando lo explico en el hospital, antes del alta, veo bastantes caras de sorpresa. Así que hoy hablaré, precisamente, de este tema: los loquios.

 

El útero es el órgano que más cambia durante el embarazo, pasando de una longitud media de siete u ocho centímetros a rozar el diafragma. El embrión se implanta en el endometrio, la capa de células que reviste el útero por dentro, invadiéndolo. Cuando se despega la placenta, tanto en el parto vaginal como en la cesárea, en su lecho queda una herida que sangra. Esta sangre, junto con secreciones varias y restos celulares, forma lo que llamamos loquios, y sale al exterior a través del cuello del útero y de la vagina. Estas pérdidas duran  entre cuatro y seis semanas de media, y tienen un volumen total de entre 200 y 500 mililitros.

 

La composición de los loquios va variando a lo largo de la cuarentena o puerperio, y consecuentemente lo hace su aspecto y su intensidad. Los primeros dos o tres días se tienen pérdidas abundantes, con algún coágulo, de color entre rojo y marrón, como una regla intensa, porque se componen básicamente de sangre. Son lo que llamamos loquios rojos o lochia rubra. Poco a poco, a la sangre se le añade un exudado más claro, moco y restos celulares, y las pérdidas se vuelven más claras, aunque siguen siendo sanguinolentas. Se trata de los loquios serosos o lochia serosa, y se alargan hasta las dos semanas postparto. Finalmente, aparecen los loquios blancos o lochia alba, cada vez más escasos, hasta que desaparecen del todo cuando han pasado entre cuatro y seis semanas tras el nacimiento. Estos últimos, como su nombre indica, son de color entre blanquecino y amarillento, y tienen una consistencia más cremosa, porque están compuestos principalmente por restos de células, grasa y bacterias.

Los loquios hacen necesario el uso de compresas durante el postparto. Los primeros días, dado que la pérdida es más abundante, éstas han de ser grandes y lo suficientemente absorbentes, y más adelante podrán ser más finas y pequeñas. Hay infinidad de marcas y modelos, a gusto de la consumidora, y se pueden comprar en farmacias, supermercados o a través de la red. Lo más importante es que, si se opta por las de un solo uso, sean de algodón o de celulosa, sin plástico, de modo que permitan la transpiración y eviten el exceso de calor y de humedad. También las hay de tela, sobre todo de algodón, lavables y reutilizables. Lo que no hay que utilizar son tampones o copas menstruales, ya que aumentarían el riesgo de infección.

Los cambios de compresa han de ser lo suficientemente frecuentes como para evitar que la zona genital quede húmeda. Los primeros días se gastarán bastantes compresas, y con el paso de los días y de las semanas se podrán ir espaciando algo más. Las braguitas se pueden manchar, sobre todo al principio, por lo que hay gente que recurre a las de un solo uso, de papel o de malla, aunque las de tela son igualmente válidas (idealmente de algodón). Cada una ha de buscar la opción que le resulte más cómoda y práctica.

La cantidad de loquios no es constante, sino que puede ir variando a lo largo del día o de un día para otro. En algunos momentos se puede observar algo más de pérdida, sin que esto signifique que algo no va bien. Por ejemplo, tras estar un rato sentada o tumbada, al ponerse de pie todos los loquios que se habían acumulado en la vagina caen de golpe, y se llena la compresa. También se puede perder más cuando el bebé succiona el pecho, porque estimula la secreción de oxitocina y por tanto las contracciones uterinas, y también cuando se camina algo más que los días previos. Lo que sí sería alarmante sería un aumento súbito y significativo del sangrado.

¿A qué huelen los loquios? La verdad es que no huelen bien, pero tampoco excesivamente mal. Su olor es similar al de la sangre menstrual, quizás algo más intenso. A veces se mezcla con pérdidas de orina, y si se ha sudado, o hace rato que no se cambia la compresa, se puede notar un olor más fuerte. La higiene*, en el postparto, es sumamente importante. Pero si realmente huelen mal, como pescado podrido, pueden indicar una infección en el útero, y hay que consultar rápidamente en un centro sanitario.

Para que el útero vaya volviendo a su tamaño original y salgan los loquios, éste se ha de contraer. Estas contracciones, llamadas entuertos, tienen lugar gracias a la oxitocina, y por este motivo se notan más cuando el bebé succiona el pecho. Tras un primer parto los entuertos se notan relativamente poco. Pero a partir del segundo, y en los sucesivos, o si el útero es más grande (por ejemplo tras un parto múltiple), se perciben bastante más, como un dolor menstrual más o menos intenso. De hecho, el dolor menstrual también son pequeñas contracciones. No son exclusivos del parto vaginal, también existen después e una cesárea. La analgesia que se prescribe tras el parto, de forma sistemática, sirve para mitigar este dolor, siendo los antiinflamatorios los más efectivos.

Tras varias semanas, ¡por fin llega el momento de abandonar las compresas! Aunque ya no queden puntos de sutura (si es que los había), es posible que la zona de la vulva y el periné haya quedado un poco sensible, enrojecida o con alguna molestia. Y es que, por mucho que se haya ido con cuidado, cierto grado humedad suele ser inevitable. Si se da el caso, se puede utilizar alguna crema reparadora* o tomar probióticos*. ¡Podéis encontrar todos estos productos en nuestro MaterMarket*! Si las molestias persisten, o aparece picor o escozor intenso, es necesario consultar con el ginecólogo.

Y bien, hasta aquí la explicación sobre los loquios (y los entuertos). ¡Espero haber ayudado a que nadie se marche a casa después de parir sin saber que tendrá pérdidas durante unas cuantas semanas!