El cuerpo humano necesita vitaminas y minerales para funcionar. En algunas situaciones, como el embarazo o la lactancia, las necesidades de algunas de estas sustancias aumentan, y una dieta variada y equilibrada deja de ser suficiente para cubrirlas. 

Esto pasa, por ejemplo, con el ácido fólico, el hierro y el yodo, y también con elementos como el calcio, el zinc, algunas vitaminas y los ácidos grasos omega-3. Para asegurar cubrir todos estos requerimientos, a las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia se les suelen prescribir suplementos vitamínicos y nutricionales. Si miramos una caja de cualquier marca de las que se comercializan, una sola pastilla tiene una multitud de componentes. ¿Qué llevan exactamente? ¿Por qué son necesarios? 

Básicamente hay dos tipos de suplementos vitamínicos para embarazadas: los que llevan solo ácido fólico y vitamina B12, con o sin yodo, y los llamados multivitamínicos, más completos, que además también contienen hierro, zinc, omega-3, vitaminas B, C, D, calcio, selenio… Además, existen preparados específicos para cubrir las necesidades de las madres lactantes, diferentes de los que se prescriben las gestantes.  

El ácido fólico es la vitamina B9, y es un nutriente esencial. ¿Qué significa ser un nutriente esencial? Que el cuerpo no lo puede fabricar, y necesita incorporarlo desde fuera, en este caso por la ingesta. Interviene en la síntesis de proteínas y en la fabricación del ADN, y su déficit se asocia a defectos del sistema nervioso y médula espinal del feto, como por ejemplo la espina bífida. Hoy en día, desde hace años, existe evidencia científica a favor de suplementar a todas las mujeres embarazadas o que buscan embarazo con ácido fólico. ¿Cualquier dosis es buena? Lo correcto son 400 microgramos (0,4 miligramos), junto con 2,5 microgramos de vitamina B12, a diario. En algunos casos de alto riesgo (por ejemplo un antecedente de espina bífida) se aumenta la dosis de ácido fólico a 4 miligramos. Además, es muy importante que las mujeres embarazadas ingieran alimentos ricos en ácido fólico como verduras de hoja verde, cereales, pan integral, legumbres y frutos secos. 

El yodo es otro nutriente esencial importante. Interviene en la fabricación de hormonas tiroideas y, consecuentemente, en el desarrollo y el funcionamiento de órganos tan importantes como el cerebro. El déficit de yodo se puede asociar a problemas neurológicos. Solo hay yodo en el mar, y a nosotros nos llega a través del pescado, las algas y algunos moluscos. Para intentar prevenir su déficit, la sal que solemos utilizar para cocinar está yodada. Además, como las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia tienen necesidades superiores, también se recomienda que tomen un suplemento diario, concretamente de 200 microgramos. 

Una situación bastante frecuente durante el embarazo es la anemia, que si es grave puede asociarse a partos prematuros y bebés de bajo peso. Para intentar prevenirla, algunos complejos vitamínicos contienen hierro, no a dosis suficientes para tratar una anemia, simplemente como suplemento. En el postparto, la anemia puede interferir negativamente en la lactancia. 

Los ácidos grasos omega-3 (concretamente el DHA o ácido docosahexanoico), intervienen en el desarrollo del sistema nervioso y de la vista. La mujer embarazada necesita un mínimo de 200 miligramos diarios, y puede obtenerlo en forma de suplemento vitamínico, y también comiendo pescado azul un mínimo de una o dos veces por semana. 

Últimamente se habla mucho de la vitamina D en la implantación. Además, regula el metabolismo del calcio y el fósforo, interviniendo en la formación de huesos y dientes y en el crecimiento. Se ingiere a través del pescado, los huevos y algunos productos lácteos enriquecidos, pero en forma inactivada, y necesita la luz solar para activarse. Su déficit, más frecuente en países con poco sol o durante los meses de invierno, se puede asociar a partos prematuros y a trastornos hipertensivos del embarazo. Los llamados multivitamínicos suelen contener vitamina D para intentar paliar el déficit que tienen algunas mujeres. 

¿Es mejor tomar un preparado sencillo con ácido fólico, vitamina B12 y yodo o un complejo vitamínico que además contenga vitaminas B, C y D, calcio, zinc, selenio, DHA y unas cuantas cosas más? El primero es más económico, y puede ser suficiente si estamos seguros de que no existe ningún déficit y la mujer está comiendo de todo y no tiene factores de riesgo. El segundo es algo más caro, pero más completo, y tiene la ventaja de tener todos los elementos que he mencionado en una sola pastilla. Hay gestantes que tienen aversión al pescado, o que no toman lácteos, o que la única cosa verde que comen es lechuga, o que tienen déficit de vitamina D sin saberlo, o que tienen factores de riesgo, y con un preparado sencillo se quedarían cortas. 

En la primera visita de embarazo, o en la visita preconcepcional si se hace, el profesional sanitario (obstetra o matrona) prescribirá el suplemento más adecuado para cada mujer. Y, tras el parto, si la madre da el pecho, también se valorará hacerlo. Sea cual sea, nada sustituye una dieta variada y equilibrada, con mucha fruta y verdura y productos de calidad. Como digo siempre en la consulta, “tu bebé come lo que tú comes”.

 

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